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Vocación y Misión

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La comunidad educativa del Colegio Inglés San José, no puede permanecer indiferente ante el inexorable paso del tiempo; han transcurrido sesenta años en los que los sueños de unos visionarios misioneros que, llegados de lejanas tierras, dieron forma a una proyección más concreta del carisma que les caracterizaba; sí, ellos eran misioneros que poseían la fuerza del Evangelio y que habían aceptado por amor a Dios y a los hombres posesionarse en la abandonada porción de la Iglesia del Norte Grande, diciembre 18 de 1948. Ellos, venidos de la lejana Canadá aceptaron este enorme desafío de dar a conocer a Jesucristo y su mensaje de Vida, especialmente a los esforzados trabajadores del salitre, el Pampino de ayer que vivió tantas vicisitudes en el contexto de las desigualdades sociales.

Fue así que sin traicionar el principio fundante por el que habían aceptado el estado de misión aquí en Antofagasta, en el año 1955 se optó por fundar este establecimiento con la misión de dar respuesta a nuevos desafíos que el devenir del tiempo demandaba. Se trataba, entonces, de responder a la gran inquietud de tantas familias que buscaban un centro educativo que satisficiera sus anhelos por entregar lo mejor para sus hijos; y a petición de los Obispos del Norte se crea este Colegio que en sus orígenes tenía un carácter técnico para entregar herramientas a nivel contable y en lengua inglesa a tantos jóvenes que incursionaban en el campo laboral de las industrias de entonces.

El 1º de mayo de 1955 se hace realidad este propósito cuando en la consagración del establecimiento se dedica a la figura insigne de la Iglesia Universal, al justo San José, el noble carpintero de Nazaret.

Han transcurrido ya 60 años de aquello, pero todo esto es como si fuese algo reciente, pues la misión continúa y los desafíos permanecen, quizás con otro ropaje, pero sigue siendo lo mismo: la suerte de los pobres, pues a ellos van nuestras preferencias, como solía recordar el santo fundador de los Misioneros Oblatos de María Inmaculada, a través de sus múltiples escritos y especialmente con la coherencia de una vida comprometida con la dignificación de los hombres.

Este legado fundacional se ha mantenido presente en las diversas épocas de nuestra historia civil y eclesiástica. Como Unidad Educativa no hemos sido indiferentes a los cambios sociales y las consecuencias inherentes, pero en todos estos años el Colegio San José ha estado vigente entregando lo mejor de sí en pro del desarrollo de nuestra nación. Precisamente para hacer honor a este espíritu de la misión de los primeros educadores y de sus legítimos continuadores en esta tarea, es que tenemos claro que nuestra real misión consiste en hacer que nuestros educandos vayan asimilando los valores mismos de la Buena Nueva que nos ha traído el Hijo del Dios Vivo, de modo que podamos hacer realidad el mandato evangélico de "ser sal de la tierra y luz del mundo" (Mt 5,13s).

Entonces, nuestra misión de educadores se inserta en la gran tarea de la Iglesia en hacer presente los postulados del Reino prometido, el que ya ha empezado a germinar, pero todavía no está concluido, sino hasta el momento de la parusía de Nuestro Señor. Pero, mientras tanto contando con la voluntad y entrega de innumerables profesionales de la educación, asistentes y hombres y mujeres de buena voluntad, podemos encaminarnos en la dinámica de la espera de "forjarnos un futuro mejor"(Himno Institucional).

Por todo lo anterior, es que no dudamos en ponernos en la presencia de Dios para dejarnos moldear bajo la magnificencia del Espíritu y vivir en la perspectiva del "cielo nuevo y tierra nueva". (Ap. 21,1).

Colegio inglés San José: una obra de dios destinada a perdurar

Excelencia. Desde sus orígenes y hasta la actualidad, ni el tiempo, ni las nuevas tendencias han desvirtuado los principios fundamentales de esta comunidad educativa que, día a día, desde hace seis décadas, sigue evangelizando a través de la educación.

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El 19 de marzo de 1955 y de la mano del primer Rector, Rvdo. Padre Ovila Meunier (OMI), se cumplió un anhelo de la Congregación de Misioneros Oblatos de María Inmaculada, al constituirse formalmente el Catholic English College (C.I.C). Con esto, el Consejo Provincial de la Congregación, a petición de los obispos del Norte y especialmente a instancias de Monseñor Hernán Frías Hurtado, habían procedido a la aprobación de un proyecto de creación de un colegio católico. No obstante, pronto se decidió que la fecha de aniversario fuese el 1 de mayo, en homenaje a San José Obrero, Patrono del establecimiento. En 1959, ocurrieron dos grandes hitos, siendo el primero de ellos la donación del actual terreno que ocupa la comunidad educativa y el 21 de agosto, la declaración del colegio como "cooperador de la función educacional del Estado de Chile".

Edificando un sueño

A comienzos de los 60, nuevas notas y letra acompañarían los actos solemnes de la comunidad educativa. Así, se componía el himno oficial del colegio, compuesto por los alumnos Eduardo Owens y Luis Manuel Fernández Montes, con música de Mario Gómez. Un poco después se daba por iniciada la construcción del edificio nuevo - el cual sería entregado el 10 de marzo de 1962- , tarea difícil, debido a la irregularidad de un terreno rocoso y agreste. Entre los involucrados en esta "titánica empresa", cabe destacar al Padre Enrique Bugeaud y al Hermano Remigio Lyonnais.

En el intertanto, iban adquiriendo su actual fisonomía los pabellones A, B y C. Entre ellos, destaca el B, el entrañable 'salón de actos' que, durante más de medio siglo, ha sido el espacio preferencial para misas, actos solemnes, celebraciones y despedidas.

Para 1964, el Rvdo. Padre Arturo Smith Godbout, asume la dirección de la biblioteca del colegio, ubicada en su actual emplazamiento desde 1972 y en su moderna infraestructura actual desde el año 2000, un verdadero orgullo, puesto que alberga más de 20 mil obras de variadísimos temas. En 1973, se procedió a la entrega definitiva de los laboratorios, iniciados nueve años antes, en su actual ubicación, en el cuarto piso del pabellón de Educación Básica.

Entrando al nuevo milenio, gracias al compromiso de la Congregación, el colegio experimentó notables cambios en su fisionomía, al entregarse el año 2002 el Pabellón Galleguillos Lorca, para luego proseguir con un moderno gimnasio (2006), finalizando al año siguiente con la instalación de la carpeta de la cancha de fútbol. El último gran esfuerzo de la comunidad educativa ha visto la luz este 2015: gracias a los oficios de las autoridades de la comunidad educacional y algunos aportes del Centro General de Padres, se ha dotado al patio de Educación General Básica de una protectora infraestructura techada.

Opción por los pobres

A lo largo de los años, el Proyecto Colegio Inglés San José, ha pasado por distintos regímenes económico-administrativos, iniciando su vida como un colegio particular pagado (1955 - 1983). No obstante, a contar de 1983, bajo la Rectoría del Padre Mauricio Veillette Creté, quien con valentía, resolución y en consonancia con las enseñanzas legadas por el fundador de la Congregación, San Eugenio de Mazenod, junto con el Consejo Provincial, decidieron que se incorporara al sistema de Colegio Particular Subvencionado Gratuito, (1983-1993). De esta forma, se concretan los postulados de la Congregación Oblata: "la opción preferencial por los pobres". Estos principios del fundador y su sello indeleble se mantienen vigentes hasta la actualidad, gracias al inagotable espíritu de misión del Vicario de Pastoral y Representante Legal de la Congregación de Misioneros Oblatos de María Inmaculada, Rvdo. Padre Alejandro Osorio Olivares.

Balance actual

Han pasado 60 años, sin embargo, la idea, la esencia y la misión original de la Congregación de los Misioneros Oblatos de María Inmaculada, resiste el paso del tiempo y la interpretación de los hombres, pues hoy resuena en todos los rincones del colegio la frase del fundador: "He venido a evangelizar a los pobres, los pobres son evangelizados". Así, alumnos de todas las condiciones sociales, culturales y económicas, siguen recibiendo como en época pasada, una educación católica de calidad académica y equidad solidaria.

Es así que, el Evangelio y la presencia de Cristo Nuestro Señor, siguen siendo una constante en todas las actividades que se desarrollan en el establecimiento, contando con la valiosa presencia y apoyo de profesores, asistentes de la educación, padres y apoderados. Esto ha redundado en la formación de personas - antes que estudiantes-, integrales, verdaderos agentes de cambio positivo para la sociedad local, regional, nacional e internacional que hoy y siempre serán la luz de esperanza allá donde se vislumbre oscuridad.