La ronda de los siete jotes
Ayer no más llegó hasta mi casa, ña Emeteria Ardiles, vino a contarme que en Vallenar, sobre el cielo de la calle Bellavista de la población Baquedano, al mediodía sigue la ronda de los siete jotes y que van a seguir estos pajarracos dando vueltas hasta que ño Gajardo pueda descansar en paz, pues ya va para el año y tanto de estar a medio morir saltando y el joteo girando sobre su techo.
Bueno sería que pudiera irse para el patio de los callados, porque no cualquiera vive lo que él ha vivido, más de ciento diez años, ¿será que tiene algún pacto con el malulo? ¿Vaya uno a saber?
Yo no asevero ni niego nada, pero mi taita me contaba que cuando su abuelo era un rapazuelo, le dijo que el bisabuelo de ño Gajardo ya hacía sus trabajitos de sanaciones, cargamientos y otros enjuagues. Veía el futuro en una bola de cristal, tiraba las cartas y leía las cenizas en el brasero y que estos poderes se vienen heredando, en los hijos hombres de los Gajardo, de generación en generación desde los tiempos de la Colonia, incluso otros aseguran que, el primero de esta descendencia llegó con don Ambrosio O'Higgins cuando este último fundó por allá por mil setecientos ochenta y nueve, la villa de San Ambrosio de Ballenar y en los terrenos de los troncos gruesos o Paitanas como le decían los naturales.
Aquí en la población, muchos juran que ño Gajardo es brujo, dicen que sale por las noches volando sobre el espinazo de una de estas aves perdularias a hacer sus maldades. De sus hijos uno solo salió con esta potestad, pero el cáncer fue más fuerte y se lo llevó.
También dicen las malas lenguas que hace unos cincuenta años atrás le compró la hija a una vecina, la que es su actual pareja, ésta era una pergenia de sólo doce años y que tampoco le dio el sucesor de sus mariguanzas y que por eso este perguetano no puede irse, tiene que dejar un reemplazante, sino va a seguir la ronda de los siete jotes y ño Gajardo sin poder estirar la pata.