En sus más de 30 años de carrera los romances profesionales del periodista, académico y escritor Víctor Bórquez Núñez han sido varios. Sin embargo, hay un idilio que ocupa gran parte del tiempo en la vida del profesional. Sagradamente cada jueves (día de estrenos) el periodista de 55 años tiene una cita con aquella pasión que es parte indisoluble de la existencia de Bórquez: el cine.
Una estrecha relación que Víctor Bórquez viene cultivando desde 1979 en pro de la difusión y estudio del cine. Una ardua labor que hoy finalmente se ve recompensada tras ser designado por Consejo de Rectores de la Universidades Chilena, CRUCH, como representante ante el Consejo de Calificación Cinematográfica (CCC), por un período de cuatro años.
Esta es primera vez que alguien de esta ciudad ocupa un lugar en el CCC. Sin duda, un importante reconocimiento que viene a ratificar el prolijo trabajo que ha llevado adelante el crítico de cine que cada semana en El Mercurio de Antofagasta nos entrega su análisis de los estrenos de la industria del cine con su particular sello.
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¿En qué consiste su rol como representante ante el Consejo de Calificación Cinematográfica (CCC)?
-Mi trabajo consiste en viajar a la capital semanalmente para participar dos días en las sesiones habituales del Consejo de Cinematográfico, con el objetivo de revisar el material que llega al país y así poder calificar, es decir, dar el visto bueno a las películas y determinar qué público es el que podrá ver esos filmes: todo espectador, mayores de 14, mayores de 18 o advertir si las películas contienen material pornográfico o de extrema violencia o si, por el contrario, constituyen un aporte especial a la cultura y las artes.
¿Existe una pauta de criterio para calificar?
-Desde luego, una pauta base con la cual se analizan los aspectos técnicos, complementado todo esto con el criterio y el conocimiento que cada consejero aporta a la discusión que se realiza inmediatamente después de cada visionado.
¿Cuáles son los criterios claves para calificar bien una película?
-Aspectos técnicos, de montaje, de iluminación, de guión y de puesta en escena, por ejemplo, a los cuales se agregan elementos más finos como la capacidad que tiene un determinado director para tocar temas clave en el desarrollo social, la manera en que un tema es abordado con inteligencia y elementos estéticos.
¿Qué significa el cine en su vida?
-Parafraseando, más que una pasión, un sentimiento (ríe). Es un arte gigante, en constante evolución y una caja de resonancia de lo que somos los seres humanos y nuestro destino.
Si tuviera que escoger una escena de película que lo identificara ¿Cuál sería?
-(Piensa) ¡Qué difícil pregunta! Porque elegir una es dejar de lado millones… pero me inclino por tres escenas que son el paradigma del cine arte: la llegada del tren a la estación, de los hermanos Lumiére, porque nos abrió la magia del cine para siempre. El comienzo de 'Cabaret', un placer absoluto de montaje, música, historia, canciones y baile en un contexto terrible de preguerra y por cierto, los planos estáticos de 'Barry Lyndon' de Stanley Kubrick, una verdadera joya estética por descubrir.
¿Cuál es la peor y la mejor película que ha visto en el último tiempo?
-La peor, lejos, ha sido hasta ahora 'Fuerzas especiales', un bodrio absoluto y la más estimulante ha sido 'La Gran Belleza' de Paolo Sorrentino en lo internacional y 'El Bosque de Karadima' en el plano local.
¿Cuál fue la primera película que vio y qué impacto tuvo en usted?
-Siendo niño, a eso de los siete años, vi 'El bebé de Rosemary' de Roman Polanski, que de ninguna manera era para menores en ese tiempo ni ahora. Me quedé pegado con un primer plano de Mia Farrow avanzando por un pasillo con un cuchillo, en pantalla grande y en el desaparecido Cine Latorre. Un recuerdo imborrable.
¿Cuál es su opinión sobre el actual momento del cine nacional?
-Muy estimulante, están emergiendo creadores, aparecen autores y nuevos temas y se mejora cada día el aspecto técnico, faltando solamente que se haga ahora un cruce perfecto entre calidad y taquilla.