Dios mío, pero qué te hemos hecho
Hablar de cine Francés, sobre todo en su época clásica (principios de siglo), es referirse a experimentación artística y vanguardia cinéfila, no sólo porque fueron, matemáticamente, los primeros, sino porque, además, históricamente, sus propuestas han sido de una experimentación muy interesante.
Sin embargo, esa misma ansia por lo nuevo, le trae críticas feroces como sesudo e incluso aburrido. No obstante lo anterior, lo último que se ha privilegiado en sus cintas más internacionales (Amelie, intocables, el artista) son filmes algo predecibles, políticamente correctas y pese a dejarnos con una sonrisa fácil, lo que muchas veces queda de fondo, es un sabor agridulce y claramente olvidable.
"Dios mío, pero qué te hemos hecho" (Philippe de Chauveron), la última de las películas francesas altamente difundida, es un filme que plantea una temática muy actual, como lo es la interculturalidad. Es así que el filme aborda las relaciones de una familia conservadora, que tiene cuatro hijas, tres de las cuales se casaron con un judío, un chino y un musulmán, respectivamente.
Entonces el propósito de los padres (y el sentido de la película) será "cuidar" a la última hija, para que no desperdicie su vida como sus hermanas. El objetivo, buscar un hombre de bien, católico, decente y por supuesto, blanquito.
Por tanto el choque cultural, será el centro de esta comedia, que bajo el humor de los estereotipos, costumbres y obsesiones de los esposos, va construyendo una oposición normal/anormal con el padre y desde ahí, una réplica de la actual cultura francesa, que se erige como ícono de libertades, pero igualmente lidera la xenofobia europea.
Indudablemente, hacer reír no es fácil (mire las películas gringas, que nos restriegan la peor cara de la risa), pero vale la pena intentarlo con dignidad. Algo de eso hay en este filme. Una propuesta que señala, indica, apunta, pero que finalmente se queda en una buena intención.
¡Francia, qué te hemos hecho!