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"Creo que todos nos hemos alimentado de poesía y narrativa latinoamericana"

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Dacia Maraini es de aquellas artistas que transforma la realidad en tinta volcada sobre el papel. La novelista italiana escribe sobre lo que conoce; el dolor, la represión, el silencio obligado. No tuvo una infancia fácil, de niña vivió en carne propia la crudeza de un campo de concentración en Japón, al que fue enviada junto a su familia por oponerse al gobierno fascista de Mussolini. Allí fue testigo de la vida de las mujeres obligadas a mantener relaciones sexuales con sus padres, los crímenes cometidos por la mafia, la injusticia, el miedo. Todas estas experiencias probablemente expliquen el origen de donde brota la crudeza de sus relatos.

Maraini es una de las autoras más reconocidas y traducidas de la literatura italiana contemporánea y su obra -que contempla 16 novelas y 9 cuentos, entre muchos otros textos- tienen la particularidad de indagar en las condiciones históricas de vida de las mujeres, dentro de una reflexión más amplia sobre múltiples temas abordados desde una perspectiva social.

Dueña de una pluma trasgresora, la autora de "El tren de la última noche" es una de las visitas más destacadas en la quinta versión de la Feria Internacional del Libro Zicosur FILZIC 2015, quién se presentará el 03 de mayo, día en que se dará término al evento multicultural más importante del norte de Chile.

¿Cuáles son sus expectativas en la Feria Internacional del Libro Zicosur Antofagasta-Chile?

-Donde haya libros me siento cómoda. Algo curioso es que en todas las ferias de libros del mundo llega siempre muchísima gente. Los lectores van cada vez menos a las librerías y cada vez más a las ferias. No quiero ser pesimista. Sólo prefiero pensar que las ferias llaman la atención porque celebran a los libros, porque permiten que la gente comparta, sobre todo con los escritores.

¿Qué sobrevive hoy del movimiento femenino de los años 70' y cómo lo plasma en su trabajo literario?

-Los movimientos femeninos de los años 70' eran muy ideológicos. Hoy todas las ideologías ya murieron. Lo que se resiste a morir es la práctica: hay que ayudar a las mujeres que se encuentren en dificultad y criticar públicamente las nuevas formas de misoginia.

En mis libros cuento a menudo de la violencia a las mujeres. Me inspiro a la realidad. He escrito una novela "L'amore rubato", una recopilación de historias basadas en hechos reales, de mujeres violadas o asesinadas por sus parejas. Es un hecho que me impacta: ¿Por qué son los maridos, los novios, los amantes quienes matan a las mujeres que supuestamente dicen amar? Espero poder debatir este tema con la gente que encontraré en la feria.

¿Cómo ve la literatura y en particular la poesía en América Latina? ¿La cultura puede aportar algo a los cambios que están viviendo sus sociedades?

-Creo que todos nos hemos alimentado de poesía y narrativa latinoamericana. Tal vez hoy seríamos peores de lo que somos si no hubiéramos leído a Gabriel García Márquez, Jorge Amado, Jorge Luis Borges, João Guimarães Rosa, Juan Rulfo, Isabel Allende, Ernesto Sábato, Manuel Puig, Marcela Serrano, Mario Vargas Llosa, Clarice Lispector. Todos son escritores que he leído con mucho gusto y que han dejado una huella profunda en mí.

Has declarado que muchas veces que se enamoraa de los libros y que cuando habla de literatura es como si hablara de amor. ¿Qué libros ha amado más y cuáles se mantienen en su memoria?

-Sinceramente me es difícil responder esta pregunta porque sigo enamorándome perdidamente. El primer libro que me enamoró fue "Pinocho", que amo volver a leer y que considero un libro de adultos, no para niños. Está escrito en italiano magnífico y tiene muchos significados profundos.

Sabemos que el teatro es una pasión que atraviesa su vida. Su obra teatral ha sido representada en muchos países y algunos textos han dado la vuelta al mundo: María Estuardo, Diálogo de una prostituta con su cliente, Extravagancia, entre otros. ¿Qué significa para usted el teatro?

-El teatro es el lugar del presente. La narrativa es el lugar del paso del tiempo. Se escribe una novela para interrogarse sobre el misterio del tiempo que pasa. En el teatro, aun cuando se habla del pasado se hace de una cierta forma que lo vuelve presente y fuertemente político. Son dos lenguajes diferentes y disímiles. Yo he aprendido a practicar ambos. La novela necesita de soledad y silencio, tanto para quien la escribe como para quien la lee. El teatro necesita de una vida compartida y de palabras dichas en voz alta.

¿Conoces el norte de Chile y su literatura?

-He visitado Chile varias veces. Además tengo una abuela chilena, Sonia Ortúzar, quien a menudo me hablaba de sus recuerdos de niña en un Chile agrio y bellísimo. He leído a muchos chilenos, Isabel Allende a quien encontré en Roma hace unos años, Luis Sepúlveda, Pablo Neruda cuya casa visité y me pareció fantasiosa y surrealista como sus poemas, Marcela Serrano cuya prosa, resignada y profunda, amo mucho.