Secciones

Nuestro archivo

E-mail Compartir

Temen falta de

Con motivo de la reanudación de las faenas en algunas oficinas salitreras se temía que se produjera falta de brazos pues la cesantía se había ido absorbiendo de distintas formas. El hecho era tan evidente que las "Ollas del pobre" que funcionaron por largos meses, tras los multitudinarios despidos, ya casi dejaron de funcionar.

mano de obra

El presbítero nacional aceptó la incorporación a su seno, de la Iglesia Presbiteriana Independiente de Antofagasta. La instancia fundada por Mario Jo Delgado se llamará ahora Iglesia Presbiteriana Nacional. El mismo Mario Jo, fue designado pastor de la Iglesia. Los cultos se desarrollarán en Prat 1365, los días domingo y jueves.

Designan pastor de

Una alarmante cifra de mordidos por perros vagos entregó el concejal UDI, Robert Araya, quien sostuvo que 10.225 personas, sumando especialmente a niños, han sido atendidos en servicios públicos y privados en el período 1999- 2004. El tema se hace más complejo considerando que además hay problemas con pulgas y garrapatas.

Iglesia Presbiteriana

10 mil personas

mordidas por perros

Gracias por la ayuda

E-mail Compartir

Mientras el lodo inunda el norte y el sur se quema, el "instinto republicano" del centralismo no entra en razón. Con sentido cinismo para las cámaras y el "dolor mentiroso" que "for the export" les ha caracterizado, y del cual somos cómplices ad-honorem, una distinguida autoridad de Gobierno señala: "Hemos dispuesto toda la ayuda necesaria". Me parece haber escuchado miles de veces esa frase y en esa misma voz.

¿Qué tipo de ayuda? Bueno, la ayuda necesaria para que pasemos este mal rato… Eso… Ayuda para el rato, no hay "ayudas" que de verdad permitan a nuestro norte prescindir de ese tipo de "ayudas", o sea las "ayudas permanentes", mejor mencionadas como inversiones verdaderas.

Esas sólo son para Santiago, pero ¿quién ayuda a quién? Si somos nosotros quienes hemos contribuido a engrandecer ese monstruo que engorda y engorda, y que les ha llevado a cometer atrocidades como el TranSantiago, entre otras, todo con el afán de justificar un crecimiento inorgánico.

Es típico escuchar a los habitantes de Santiago sentirse estresados, y de algún modo, están muy orgullosos de vivir ese "estrés", un estrés con buenas calles, lindas avenidas, hermosos parques y gran urbanidad.

Pero el verdadero estrés, lo ha vivido este norte; siempre postergado, ese estrés lo viven a diario nuestro pobres servicios públicos colapsados, ese estrés lo vive usted que camina por aceras impresentables. Para qué sigo. Ése es el verdadero estrés y no el que, tan asiduamente, comentan con lástima nuestros amigos instalados junto al río Mapocho.

La genuina autonomía para disponer de los recursos adecuados para el desarrollo de una región, que de sobra los produce y con creces, no surgirá jamás de los poderes políticos del centro, porque no hay regionalismo en los partidos, ellos también son centralistas y sus militantes se someten al arbitrio e imposiciones capitalinas, perjudicando una y otra vez a las provincias.

Mejor dejemos de "ayudar" a Santiago y nos ayudemos de una vez por todas, nosotros a nosotros mismos. Este puede ser el momento.

Terminemos con las improvisaciones

E-mail Compartir

Municipios que no tienen proyectos que mostrar, autoridades que no tienen planes para el futuro, o empresas que no contemplan a sus comunidades como socios, son fenómenos que tienen un común denominador.

En cada uno de los casos se cuenta la falta de previsión, la ausencia de un plan, la poca revisión de los detalles que permiten alcanzar el éxito.

Y el problema es que tenemos demasiado de aquello. Malamente nos dio nuevamente en la cara con las lluvias de esta semana. No había estrategia clara para enfrentar las dificultades de este tipo.

Es cierto, difícilmente se podía prever la magnitud; sin embargo, sí era conocido que estaba en ciernes un fenómeno climático complejo. Y eso es lo que falta permanentemente en Antofagasta y el país: asumir los compromisos y los errores cometidos, los que en muchos casos terminan costando demasiado caro.

No se trata de ser molesto sin razón aparente, sino de aprender y gestar una institucionalidad, o procedimientos básicos mínimos que se repitan, que sean conocidos y que permitan ser eficientes en el desarrollo.

Cuando aún masticamos los dolores de lo ocurrido, conviene tener presente que los errores y omisiones deben indagarse, no sólo a nivel de autoridades, sino de empresas, familias y personas.

Otra vez, por ejemplo, el comercio dejó de funcionar al no contar con conectividad. ¿No aprendimos nada después del terremoto de Iquique? ¿Acaso no pasó exactamente lo mismo?

Lo deseable es que a esta altura, esta actividad tenga un plan de contingencia que le permita sortear situaciones de este tipo que, por lo demás, volverán a ocurrir mucho más que una sola vez.

Para el caso de las familias, la situación es la misma. Tener agua y alimentos en cantidad suficiente, dinero en efectivo, etc.

Y para el gobierno y las autoridades en general, es absolutamente necesario mejorar las coordinaciones, protocolos y evaluación de los riesgos existentes. Podemos mejorar mucho más nuestro desempeño. Estamos obligados a ello.