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Antofagasta 11:30 horas

eDGARD cROSS-bUCHANAN

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3 de la madrugada. Una tenue llovizna marcó el inicio de lo que sería una tensa y dramática jornada para miles de antofagastinos. El transcurso de los minutos sólo agravó la preocupación cuando el sistema frontal dio paso a fuertes precipitaciones a partir de las 4.30 horas.

Desde ese momento la lluvia aumentó en intensidad y con ello comenzaron los primeros problemas, especialmente en los sectores altos y los campamentos de la capital regional.

La primera señal de alerta fue la suspensión de clases para miles de estudiantes, orden emanada por el intendente Valentín Volta a las 5 de la madrugada.

Desde ese momento la situación se tornó más crítica y la alerta temprana decretada por la Oficina Regional de Protección Civil (Onemi) pasó a alerta amarilla debido a la fuertes precipitaciones que se extendieron hasta alrededor de las 7.15 horas, alcanzando cerca de 9 milímetros.

Pero esto sería sólo un respiro. Cuando la mayoría de los vecinos pensó que las precipitaciones declinaban, a las 11.30 horas comenzó nuevamente a llover, provocando el cierre de la totalidad de los locales comerciales, un éxodo masivo de los antofagastinos hacia sus casas y aparecieron evidentes caras de temor ante la intensidad del fenómeno climático.

Rápidamente la alerta amarilla cambió a roja. Las calles se transformaron en improvisados ríos, comenzaron las anegaciones en los hogares y los primeros deslizamientos de tierra desde la ladera de los cerros y desapareció casi por completo la locomoción colectiva. Las calles al mediodía estaban vacías.

Este complejo panorama fue agravado por la incomunicación con otras zonas de la región y el país, que se acentuó por la caída total del sistema de telecomunicaciones e internet, adelantando que el problema era más grave de lo pensando.

En la tarde nuevamente vino una pausa que duraría muy poco. En forma intermitente, se produjeron verdaderos aguaceros por algunos minutos y la emergencia ya alcanzaba dimensiones impensadas y preocupantes en la capital regional, donde el fantasma del aluvión de 1991 siempre estuvo presente para los antofagastinos.

La difícil y extenuante jornada de ayer quedará en la historia de todo el Norte Grande.

Y la gran incertidumbre es que aún no termina.