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Pesar por deceso

Lamentado era el deceso del señor Leoncio Durandeau, cuyo padre -Luciano- fue uno de los vecinos que con los industriales y mineros chilenos realizaron las primeras prosperidades en Cobija. Luciano fue un empresario francés que emprendió varios negocios en especial comerciales con distintas ciudades bolivianas.

de Durandeau

La Democracia Cristiana logró un enorme triunfo en las elecciones parlamentarias del domingo, elevando a 82 el número de sus diputados y a 12 el de senadores. Los resultados -con el 42% de las mesas escrutadas- fueron entregados por el gobierno que felicitó el compromiso cívico y orden de los ciudadanos chilenos.

La DC festeja

Mejorar la calidad de vida de los antofagastinos, acortar los tiempos de traslado entre el sector norte y el sur y entregarle una nueva fisonomía a uno de los accesos de la capital regional, son los objetivos planteados por la nueva costanera norte. La obra implica una inversión cercana a los $5.300 millones y ya está en la segunda etapa.

enorme triunfo

$5 mil millones para

nueva costanera

Femicidios, un problema vigente

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Casi en la víspera de la celebración del Día Internacional de la Mujer, en nuestro país se registró un nuevo femicidio, esta vez ocurrido en Rancagua, cuando un hombre, luego de una discusión, apuñaló a su pareja y posteriormente se suicidó. Se trata del noveno caso del presente año.

La violencia intrafamiliar es una manifestación inhumana del abuso de poder del hombre sobre la mujer, llevando a su anulación y en ocasiones al asesinato.

En Chile, el 35,7% de las mujeres reconoce haber sufrido violencia durante su vida, lo que ha atentado su dignidad y en muchos casos ha destruido la familia.

Cuando se promulgó la ley 20.480, que castiga la violencia intrafamiliar, el número de femicidios tuvo una leve disminución, pero las cifras aún son significativas, lo que revela que falta mucho para lograr un cambio cultural. En 2014 se registraron 40 casos en Chile, la misma cantidad que en 2013, mientras en 2012 sumaron 34, en 2011 llegaron a 40 y a 49 en 2010, según cifras del Servicio Nacional de la Mujer (Sernam).

En una sociedad con rasgos machistas como la nuestra, la mayor participación de la mujer en la sociedad y en el trabajo, genera en ocasiones focos de conflicto al interior de la familia, en especial cuando el marido fue formado según los cánones de un arraigado machismo. También es probable que influya un incremento desmedido en la cultura de la violencia o el repunte de los niveles de alcoholismo y de drogadicción que hacen perder todos los valores. Paralelamente, el machismo ha sido traspasado por generaciones y se contrapone a la idea de que tanto hombres como mujeres tienen igualdad de condiciones, y que deben ser capaces de complementarse para lograr juntos grandes proyectos.

Hoy en día es imposible negar el aumento de participación y opinión de la mujer en muchos aspectos de su vida que antes les eran negados o eran considerados asuntos de hombres.

Más que las cifras, lo que importa es que esta situación debe superarse con la colaboración de todos y debe partir desde la formación de los niños, acerca del respeto a la mujer.

Eso permitirá, sin duda, una mejor sociedad.

Futuro y ciudad

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Hablar de futuro es algo parecido a soñar. Es un terreno fértil, donde podemos proyectar cómo queremos lo que queremos.

Y he ahí la primera pregunta que surge ¿qué realmente queremos? Cualquier plan debe nacer de una profunda reflexión del momento presente, quiénes somos y a partir de aquello, qué pretendemos ser. Es esa respuesta la que irá marcando nuestros pasos, forjando el sendero por el que vamos a caminar.

Como ciudad, la dinámica es la misma. Necesitamos certezas sobre nuestro presente, para definir lo que esperamos del futuro.

Antofagasta es una ciudad que está en permanente construcción. Nuestra naturaleza asociada al trabajo y al desarrollo industrial nos convierte en un territorio que va mutando según vamos recibiendo influencias foráneas o nos vamos adaptando a los vaivenes de la oferta y la demanda. Nuestro crecimiento por ende, ha estado sujeto a distintos modelos e influjos que vamos tomando y dejando según establecemos si nos acomoda o no. Desde nuestro poblamiento hasta hoy, nuestra historia se sustenta en lo externo, a partir de lo cual hemos creado nuestra ecléctica identidad.

Y quizás la mejor forma de mirar el futuro sea un poco distinta. Quizás lo primero sea decidir cómo nos vemos y si queremos cambiar o no, con todas las consecuencias que aquello implica. Debemos asumir que sea cual sea el camino que escojamos, deberemos pavimentarlo entre todos y superar juntos los obstáculos que se vayan presentando.

Nuestro presente es consecuencia de acciones y decisiones del pasado. Nada pasa porque sí y todo hacer (o dejar de hacer) tiene repercusiones.

No es fácil soñar un futuro para mi ciudad, nuestra ciudad, sin establecer cuál es la vocación que queremos seguir. Está en nuestras manos elegir y hacernos cargo.

Por eso, más que pensar en los anhelos para mi ciudad, prefiero pensar en el presente que es donde podemos trabajar para hacer que las cosas pasen. Lograr consensos con objetivos claros y bien fundamentados, alineados con la imagen que queremos alcanzar, es una tarea que debemos asumir hoy si pretendemos sentirnos orgullosos de Antofagasta, nuestra Antofagasta, la ciudad que amamos.