Credibilidad y legitimidad
Los recientes casos 'Penta' y 'Caval', han caído con el peso de una bomba atómica sobre el país. Y el daño es tan generalizado, como incalculable al golpear a referentes o personeros políticos de amplio espectro. Por esto, y por antecedentes previos, no es de extrañar que los niveles de credibilidad del mundo político y la confianza en las instituciones esté en niveles mínimos, del todo preocupantes.
Lo fácil en este tipo de casos es caer en las caricaturas y simplificaciones, del tipo: "Los políticos son corruptos", o "los empresarios no tienen ética".
Las generalizaciones son siempre nocivas y habitualmente erradas. No pueden construirse ideas sobre situaciones específicas; y eso debe tenerse presente al momento de cualquier análisis, o incluso conversaciones cotidianas.
La clase política, en su gran mayoría, es de buen nivel, proba, con un genuino interés en lo público, por tanto, situaciones precisas, no por ello censurables o preocupantes, pueden convertirse en una presunta norma.
Ciertamente el asunto es grave. Los niveles de respaldo de nuestras autoridades son magros y probablemente reveladores de una molestia tan profunda, como enquistada en una sociedad cada vez más compleja.
Situaciones delicadas como el vínculo entre el poder y el dinero, o los beneficios que algunos tienen para obtener utilidades sólo ahondan la presión sobre una clase dirigente que parece no entender la profunda desafección que manifiesta la ciudadanía.
Los casos 'Caval' y 'Penta', lo hacen todo más pantanoso, aun cuando parecen ser parte de prácticas comunes a lo largo de nuestra breve historia.
Para construir el futuro debe tenerse muy presente que la legitimidad es clave. La autoridad está vestida de honorabilidad, pero ello debe hacerse carne en lo real.
Cuando eso no sucede, la legitimidad retrocede, el terreno cambia y entonces pasa a ser material fecundo para los populismos, el deterioro del debate y la pérdida de democracia.
Y este asunto es válido para el diálogo nacional, como el local, donde la desafección y credibilidad, van muy lamentablemente en baja.