Santo Antonio Rendic: contigo en la esperanzadel nuevo camino
Permitidme, Apóstol de la Esperanza y Sabiduría, que este Maestro y Poeta, se vista como Aprendiz para adentrarse en vuestra historia de vida, de aquella que caminasteis ayer por esta tierra y que, hoy, transitáis los azules senderos misteriosos de la inmensidad celestial.
Antes, un paréntesis, porque así como tú amasteis la nortinidad, yo también. Es que Antonio, Caballero del Ancla, os cuento que, en mi breve y justo descanso estival, mientras recorría las bellas distancias de la cuarta región, junto con ir asomando las quietas aguas y gentes de la Caleta de Punta de Choros, el estilo patronal de las parcelas y fundos de La Serena, los cerros majestuosos y coloridos colgados de casas en la Cruz del Milenio de Coquimbo, Totoralillo y su blanca artesanía, el cosmopolita Tongoy , el saludo marino de Guanaqueros y tanto más , recordé que en tus escritos de amor a Antofagasta, pedíais acentuar el turismo y yo lo reitero; puesto que, también nuestro sol y luna se refleja en la quietud de nuestro océano, también los rayos del sol del norte grande caen eternamente sobre nuestros cerros y gentes; definitivamente, nuestro sol, nuestra luna, nuestro océano, nuestros cerros; la geografía toda y sus habitantes, visten la belleza nacional.
Pero, volvamos a tu vida.
¿Sabes Hermano Mayor de la Poesía y de la Bondad? Aún cuando no tuve la fortuna de cruzar vuestra huella antes, al transformarme en un estudioso de tu vida y obra, tu figura se agiganta en el tiempo. Es que, recorriendo tus caminos, algunos se detienen en tu bondad para sanar, en la medicina y el milagro para el cuerpo de tantos necesitados de ayer; pero, tu bendito legado se extiende infinito, hacia los mensajes de vida entregados, no sólo desde tu compasión a los desventurados en su salud corporal, sino también desde el calor de tu Sabiduría, al alma de los sufrientes.
Es que Antonio de Ejemplaridad Humana, tuvisteis el Don Natural de impartir valores espirituales de la manera más sencilla, desde la acción y consecuencia ejemplar. Tu vida, tu prosa y tu poesía; es decir, la verdad de tus enseñanzas, siempre enseñó que lo esencial de la vida era establecer una relación con los otros, en una comunicación verdadera y efectiva, tu obra inspiró a los otros en sentimientos sagrados y emociones positivas, como el amor, la devoción y la solidaridad.
Os confieso además, Caminante Eterno de la Bondad que, mientras, día a día, camino sobre tus páginas, también procuro ser un aplicado aprendiz de lo que tú enseñasteis para perder el miedo al dolor, miedo a sufrir, miedo a la indignidad, miedo a la dependencia, miedo a perder lo que amo, miedo a no ser sabio y a no decir sólo cosas profundas, olvidando que la grandeza humana se construye desde la sencillez y la humildad.
Por todo ello, Gran Hermano Universal, ayúdame desde tu luz, a ser servidor activo de la bondad y del amor, déjame ser instrumento de la paz, del perdón, de la fe, de la esperanza y de la alegría.
¡Enseñáme que aunque quiera vivir eternamente, cuando muera, volveré a nacer en la vida eterna, para otros , los necesitados!