Crónica de fundaciones II
Celebramos los 169 años de "Aurora de Chile", el primer periódico chileno, cuando los periodistas chilenos se agitan, inquietos, respecto a la suerte de su profesión, como carrera universitaria, y temerosos por el mañana del libre ejercicio de su quehacer, de servidores leales de la noticia.
Pero, les alienta, en estas horas de incertidumbre, la poderosa lección de Fray Camilo Henríquez, viva en el impulso de "El Catecismo de los Patriotas", donde se aprende, a la letra, la siguiente clave de "cual es una de las señales más claras de la libertad pública" y se responde que ésta es "la libertad de imprenta", de la que resultan varios bienes. Hélos aquí: "El denunciar al público todos los abusos, el intimidar a los malos, el proponer sabios reglamentos y útiles reformas, el combatir los sistemas perjudiciales y, en fin, el extender los conocimientos humanos"
En 169 años, el periodismo nacional actuó, alto de frente y de voz, cumpliendo, honradamente, con su rango de "Cuarto Poder". Diego Portales, en 1832, en carta a su amigo Garfias, le indicaba que: "el decreto que autoriza al Gobierno para suscribirse a los periódicos con el objeto de fomentar las prensas y los escritores no excluye a los de la oposición", agregando que: "es una pretensión muy vana el querer marchar sin oposición",. Lección admirable del estadista pelucón. Los periodistas chilenos han vivido -y vivirán- para la noticia que vivifique a la Patria. En tal conducta, se confunden en la sombra bienhechora de Camilo Henríquez, quien en la "Proclama de Quirino Lemáchez" estampó el deber de tutelar "la majestad del pueblo chileno". En tal sentido, el periodismo chileno es una sola voz, clamada por encima de cuanto salte para disminuirla.
N. de la R.: En Sabella siempre estuvo presente la noble profesión del periodismo, el que comenzó a ejercer a muy temprana edad, en los primeros periódicos de Antofagasta y que, después, continuó en los distintos medios de la capital.