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"Cincuentas sombras de Grey"

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No se trataba de ser adivino para saber que el best seller de la autora británica E. L. James, rápidamente se convertiría en un proyecto cinematográfico. Era obvio. La novela que levantó la temperatura de las adolescentes y las mujeres maduras (según la crítica), daba para suponer que se vendría encima una versión candente y llena de polémica. Y de sexo, lógicamente.

Como era también esperable, luego sobrevino la avalancha de trivialidades sobre la selección de los actores, los reclamos de las fanáticas sobre la elección del actor y todo eso que llena las páginas de la farándula.

Para quienes no han leído el libro, la historia es aparentemente atrevida: una joven y virginal estudiante de literatura británica cae seducida por un millonario que parece no trabajar jamás (para eso es millonario) y que tiene un lado B: le gusta el sadomasoquismo en sus relaciones con mujeres, tiene un departamento lleno de juguetes, cuerdas y látigos para que las elegidas aprendan el placer del dolor.

Bueno, el asunto es que la película dirigida por Sam Taylor Johnson, es un bodrio de esos grandes, echa por tierra la supuesta perversidad o el erotismo y se ve tan falsa, tan hollywoodense en su deseo por espantar a los espectadores que llega a dar risa.

Y he aquí que la protagonista Anastasia Steele (Dakota Johnson), parece una heroína del siglo XIX antes que una chica de este tiempo que estudia literatura. Es tan pobre su desarrollo como personaje que el erotismo mayor parece estar en que se muerda el labio… Y Christian Grey (Jamie Dornan) es el modelo-bonito-que-no-convence en su papel de millonario extremadamente serio, con un pasado turbio y un presente culposo. Ambos se atraen -lógico- y comienza un largo cortejo y una seducción que al lado de 'Nueve semanas y media', es pobre en recursos y en visualidad.

Y como esto es Hollywood, todo está calculado para mostrar poco, provocar menos y enfriar el asunto a tal punto que llega un instante en que uno ha pasado buena parte de la película y ya tiene claro tres cosas: habrá segunda parte, el filme carece de virtudes cinematográficas y que la industria definitivamente no es capaz de arriesgarse, de penetrar en el tema del sexo como, por ejemplo, lo hizo en 1972 un Bernardo Bertolucci en 'El último tango en París' o un Stanley Kubrick en los años 60 con 'Lolita'.

Los grandes defectos de la película pasan por los actores -inexpresivos, inertes, para nada convincentes en sus roles-, en su estructura fílmica de una pobreza tal que hay momentos en que pareciera que al director solo le interesa mostrar la belleza de un cuarto antes que la esperada piel que todos suponían. A estos se suma una estructura narrativa plana, anodina, que denota cero emoción y puro cálculo.

La película entonces es una comedia light donde las que se sobresaltan en la sala son las adolescentes y que para el público adulto, ése que verdaderamente no se deja embaucar, es simplemente desechable, cuya protagonista es absurda en su construcción y donde el famoso Grey no convence a nadie como el sadomasoquista que es: cero expresividad, cero misterio, cero actuación… puro modelaje y trasero para que haya chillidos en el cine.

¿Qué queda de todo esto?

Una típica producción que de no tener los recursos publicitarios no habría pasado más allá de una anécdota, y que debe su fama solamente a los hábiles productores que entendieron que hay una cuota de espectadores (jóvenes en su mayoría) que creen que esto es sexo. Por favor, vean 'Bella de día' de Luis Buñuel y sabrán qué es el sadomasoquismo o atrévanse con 'Saló' de Pier Paolo Pasolini y sabrán qué es realmente el tema del instinto, la perversidad y el dolor. Mala.