Secciones

"CÓDIGO: ENIGMA"

E-mail Compartir

He aquí una película soberbia, bien dirigida, con actuaciones notables y una historia -real- que nos hace reconocer que el cine sigue siendo un arte en constante crecimiento: 'El Código Enigma' (The Imitation Game, 2014), del director noruego Morten Tyldum, realizador de la también impecable 'La cacería implacable' (The head-hunters, 2011).

El filme tiene muchos temas que se van descubriendo como en capas, lo cual la hace fascinante y enigmática de principio a fin, saltando del presente al pasado y recurriendo a un estilo que da el tiempo preciso para que se desencadenen y resuelvan los acontecimientos, sin efectismo alguno y como tránsito hacia el dolor de conocer la vida de quien fuera Alan Turing, un solitario, casi autista y genio matemático, que fue uno de los precursores de la computación y cuya compleja existencia como un homosexual encubierto le significó la soledad y el desprecio, a pesar de ser él quien lideró un equipo que descifró los códigos nazis en plena Segunda Guerra Mundial, lo que permitió salvar la vida a más de 14 millones de seres humanos.

Pero el director Tyldum superpone otros elementos que confieren mayor exquisitez a su filme: la homosexualidad del protagonista le permite, por ejemplo, un retrato magnífico y sobrecogedor de cómo era tratado este tema en Inglaterra en pleno período de la guerra fría y más allá todavía, la película nos refiere un extraordinario puzzle político y policial que terminó de manera impactante con quien fuera este genio de la informática.

E incluso, en una lectura profunda, este filme plantea la triste posibilidad de que todas las grandes revoluciones del siglo XX no fueron sino el producto de un trabajo de equipos académicos cuyos entes están siempre en las sombras, moviendo los hilos a través de entidades estatales, industrias trasnacionales o conglomerados armamentistas.

Así, "Código: Enigma" se centra precisamente en cómo el equipo que lideró Alan Turing (un brillante Benedict Cumberbatch) logró descifrar los códigos encriptados que cada día transmitían los nazis a través de Enigma, un complejo sistema de señales de radio que utilizaban los alemanes para transmitir información y que resultaba incomprensible para los aliados, dada la impresionante cantidad de combinaciones que habilitaba la reconstitución diaria del lenguaje en su conjunto.

El debut en Hollywood del noruego Morten Tyldum, representa la constatación de la calidad que había demostrado en su película anterior, donde nuevamente trabaja con el tema del suspenso detallista, todo esto subrayado por el complejo comportamiento de Turing, un ser humano tan desagradable como entrañable en sus motivaciones y cuya conducta se va revelando lentamente, hasta que los espectadores pueden comprender el cómo y por qué su existencia terminó de la manera en que lo hizo.

De este modo, el guión de Graham Moore sabe combinar de manera perfecta con la homosexualidad del protagonista y la sensación de desamparo que ello le significa en una sociedad que, para ese entonces, no podía comprender ese tema (recordemos que la condición de homosexual estuvo penada en Inglaterra hasta 1967).

Un mérito no menor es que una temática en apariencia árida para los espectadores, se pudo convertir en material de exquisita fascinación: no solo nos emocionamos con la lucha que hace Turing por trasladar sus teorías a una máquina concreta a pesar de la resistencia de sus compañeros y superiores, sino que además disfrutamos de los detalles íntimos de su relación con sus compañeros de trabajo, de su complicidad con Joan (Keira Knightley) y atisbamos el devenir de una sociedad en plenas transformaciones sociales y morales.

La narración juega y entrelaza de modo impecable tres épocas bien definidas y claves en la existencia de Turing: su período como estudiante, la época de la guerra mundial en Londres y cuando en los años cincuenta una simple investigación de robo, supone un juicio patético para este genio matemático. Es en este aspecto donde más duele la historia, llena de secretos inconfesados o producto de las amenazas de los poderosos que manejan los hilos de la historia colectiva, pisoteando la íntima.

Con actuaciones notables de Mark Strong, Matthew Goode, Keira Knightley y Charles Dance, todo el filme se apoya en el brillante trabajo actoral de Benedict Cumberbatch: su retrato del matemático Alan Turing -un luchador que reacciona con sus respuestas a las agresiones de las que es objeto- es, por sí mismo, un prodigio. Lejos, 'Código: Enigma' es un filme más que necesario de ver y admirar y se eleva como uno de los más importantes de esta temporada. Excelente.