La caleta de recolectores que vende toneladas de algas al mercado chino
fiscalización. Un recolector puede sacar hasta 15 toneladas de algas al mes en su zona delimitada. Pobladores de Caleta Bandurrias explican cómo es su vida en la costa sin sombra.
Ubicada en la Península de Mejillones en la isla Lagarto, Caleta Bandurrias aparece tras los cerros con sus "rucos" donde residen las familias recolectoras de algas que le dan vida.
En los últimos cinco embarques que realizó la región, ellos contribuyeron a reunir a pulso, las 125.000 toneladas exportadas, principalmente a China por un monto de $163.000 dólares, según las cifras de Sernapesca.
Las especies que recogen son el huiro negro y el huiro palo o pito que se encuentra botado en la orilla de la playa. Los recolectores, hombres y mujeres de todas las edades, las cargan en sus espaldas en montones de cincuenta kilos y las trasladan lejos de las olas para secarlas al sol.
De esas algas se extrae el alginato, compuesto natural que sirve para la fabricación de cosméticos, detergentes, tintas de impresión, gelificante e incluso plástico, entre otros usos, por su alto contenido sódico.
recolectores
Jorge Balcazar (46) tiene cuatro hijos, 46 años y hace diez años llegó a Bandurrias, buscando lo mismo que los otros cincuenta habitantes que actualmente tiene la caleta.
Gracias a su esfuerzo y el de su familia montó "Algas Lagarto", una de las pequeñas plantas procesadoras que operan en la región.
Su día comienza a las 6 am, tiene la piel curtida por el sol y la sal, ya que aún trabaja en la playa, a pesar que compra mensualmente el 80% de la producción de la caleta.
Una de sus preocupaciones, es no caer en la sobreexplotación del producto, por eso junto al resto de los recolectores organizaron un sindicato. "Cuidamos el recurso y nos informarnos sobre líneas de financiamiento que tiene el Gobierno para poder crecer, además de implementar medidas de seguridad para trabajar mejor", dice Jorge.
También están preocupados por la contaminación que generarían las industrias de Mejillones. "Esas corrientes tibias retardan el crecimiento del producto y su renovación, lo que propicia el barreteo y perjudica la recolección natural del alga", relata el emprendedor.
El sindicato vela por el respeto de las zonas de recolección asignadas informalmente entre ellos mismos. "Hace cuarenta años llegaron los primeros recolectores y las divisiones se dieron naturalmente. Respetamos el espacio donde cada uno trabaja, aunque la Ley de Pesca dice que se puede recolectar a lo largo de todo el litoral, previo registro con ellos".
familias
Como la familia Balcazar, el matrimonio Hurtado-Morales también llegó atraída por el boom de las algas.
Carlos, el marido, llegó primero en 1984 cuando sólo había un par de rucos. María lo hizo el 2005 y realiza a diario las misma labores de cualquier recolector varón. "Como mujer lo más difícil es no tener agua para lavar y cocinar, aunque igual tengo mi jardín que riego con cada conchito que nos va sobrando", explicó María.
Ellos trabajan con sus dos hijos que también están registrados en Sernapesca, y crían a tres nietos pequeños que asisten al jardín infantil de la Isla Santa María y a una escuela en Antofagasta.
"Los niños son libres tienen un patio sin límites, nos gusta vivir aquí con nuestra familia porque es tranquilo, distinto a la ciudad, sólo nos falta agua para ser 100% felices", agregó María.
Carlos Rómulo Orellana trabaja en el mar desde los nueve años y hace ocho que está en Bandurrias. Algunos días lo acompaña su esposa y gracias a que ha sido ordenado, espera jubilarse el próximo año.
Sus jornadas son duras, pero realiza ese trabajo con "amor", aclara Carlos Rómulo, así alivia su carga, " hago cien viajes con cincuenta kilos en la espalda hasta el lugar donde seco las algas. Antes sin la ley del saco nos echábamos hasta setenta kilos al hombro".
Tiene ocho nietos y dos bisnietos, pero espera algo distinto para ellos. Tampoco quiere irse porque en Bandurrias es feliz, "voy a trabajar hasta mi último día y de acá me van a tener que sacar en un cajón", asegura.
Sernapesca
Un rol importante en la actividad de los recolectores juega Sernapesca. Son rigurosos en las fiscalizaciones y no dudan en cursar multas de 30 UTM, cuando detectan ilegalidades explica el director (s) Waldo Salas. "Nos preocupamos de proteger el recurso y que se respeten las normativas. Sólo recolectores registrados pueden trabajar en las zonas delimitadas y los extranjeros pueden trabajar como operarios de planta, no juntando algas".
Uno de los problemas que deben enfrentar, dijo la autoridad, es la cantidad de indocumentados que encuentran en las playas, en muchos casos con antecedentes penales. " A Carabineros y la PDI les cuesta acceder a caletas a las que se llega sólo por mar. Ahí trabajan grupos de hombres que vienen de los pirquenes cuando la temporada de algas está buena, y hemos encontrado personas con antecedentes penales".
La labor fiscalizadora de esa institución se coordina a través del "Comité Inter Institucional de Fiscalización Pesquera", donde participan junto con la autoridad aeronáutica, Impuestos Internos, el Servicio Agrícola Ganadero y el Servicio de Salud entre otras instituciones. Con esto, señala Salas, "buscamos cumplir con los objetivos de manejo y de sustentabilidad de los recursos hidrobiológicos en el tiempo, para lograr la protección de esos recursos y la seguridad de los mismos recolectores que trabajan en las zonas de manejo".