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Cirugías y cambios de look son tendencia entre antofagastinos

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Desde hace un par de años las tiendas de ropa y servicios estéticos sólo para ellos disputan el mercado antofagastinos con ofertas, productos exclusivos y hasta cambios de look, sobre todo en el tema corte de cabello.

El sicólogo Pablo Fuentes explicó este fenómeno de la moda masculina por dos causas a lo menos.

"Es que ahora todo entra por la vista y los prejuicios respecto a que un hombre se arregle ya no existen, más bien habla bien de él. Esto lo muestra como una persona preocupada y educada", precisó Fuentes.

Además desde el punto de vista de la personalidad, este profesional explicó que el hombre es competitivo por naturaleza. "También influye que sea más extrovertido o con una personalidad relacionada lo que proyectan", precisó.

Aunque este cambio sería positivo, faltaría complementarlo con el crecimiento interior. "Es importante que también desarrollen una masculinidad con otro énfasis, ya que en nuestra cultura que está ligada a la minería, algunas conductas se contraponen con valores a nivel social", acotó.

Otro escenario que gráfica estos cambios es el aumento de consultas e intervenciones de los cirujanos plásticos locales.

A partir de los 30 años comienzan a operarse comentó el cirujano plástico Michel Marín. "Por lo general vienen por ginecomastias, para reducir el volumen mamario. También se operan mucho los párpados caídos o sobrantes de piel en esa zona y ha aumentado el número de otoplastía en las orejas, ya que pueden molestarles con el uso del casco en sus trabajos", comentó.

inmigrantes

Asimismo, la oferta en tiendas de ropa y servicios estéticos creció de acuerdo a las nuevas necesidades masculinas.

Pedro Sánchez tiene una academia de modelos hace 20 años y hace cuatro que también trabaja con modelos masculinos. "Ellos se preocupan más de su físico. Toman tratamientos en centros estéticos: se depilan completos, se hacen las manos, el cambio ya llegó".

También habría un giro en el gusto para vestirse: "Están usando colores como el amarillo, rosado, lila, ya que dejaron los prejuicios y evolucionaron de a poco. Aunque esta zona es de trabajo y los hombres lucen más bien opacos y uniformados, ahora hay más alternativas en el mercado", destacó Sánchez.

Para el experto también influyó en los cortes de pelo la masiva llegada de inmigrantes. "Se usan los cabellos más cortos, más vanguardistas y looks más atrevidos, ya que los colombianos, sobre todo, nos han aportado con esa frescura", dijo.

Una de las novedades en ropa son los trajes europeos con texturas y cortes "Slim fit", que estilizan la figura con chaquets y tuxidos.

" Estos trajes son para hombres de cualquier contextura, acá arreglamos la basta y mangas porque el chileno es más cortito de brazo", explicó Camila Azocar, vendedora de la tienda Thomas J. Fiedler.

Agregó que" ellos no saben mezclar bien la ropa y cuando vienen con sus parejas compran lo que ellas dicen. Pero cuando vienen solos los podemos asesorar y sugerirles tenidas según su contextura y tonos ad-hoc".

Lo que no se ve

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L vida no sólo es literal. También es simbólica. Se vale de señales y metáforas para mostrarnos y decirnos cosas. Lo que vemos no es sólo lo que vemos. Detrás de lo que observamos y de lo que nos sucede hay recados escondidos. A veces somos capaces de reconocerlos, otras veces no, y en algunas otras ocasiones, aunque los pispamos de reojo, nos hacemos los lesos. Así no más.

Con el tiempo, tendemos a olvidar que la vida está hecha de lo que se ve y de lo que no se ve. El célebre Antoine de Saint-Exupéry lo señaló claramente cuando escribió en El Principito que "sólo se ve bien con el corazón, lo esencial es invisible para los ojos". Sin embargo, habitualmente, uno ve sólo lo que quiere ver y escucha sólo lo que quiere escuchar. Así, los mensajes ocultos que deberíamos detectar, se pierden en la inmensidad del Universo y nosotros, en vez de cobrar el premio y aprender la lección, nos aferramos a lo concreto y a lo "real" para justificarnos.

Lo que no se ve siempre se refleja en lo que se ve. Como lo que pasa con el viento, que en realidad no podemos verlo pero lo sentimos, en la cara, en el cuerpo, en las olas del mar o en el ruido que hacen las ramas de los árboles cuando son agitadas por él. En estricto rigor, no vemos al viento, pero sabemos que está ahí. Lo que en realidad estamos viendo son las señales que confirman su existencia.

Asimismo, lo que no se ve en una persona siempre se refleja en lo que sí se ve de ella. Por ejemplo, las ojeras a menudo reflejan cansancio; las lágrimas, tristeza; los celos reflejan inseguridad o, como le sucede a una querida amiga mía, cuya permanente necesidad por atiborrarse de tareas y compromisos, no hacen más que reflejar su desesperado deseo por evadirse de su rutina. Lo visible refleja lo invisible.

Y quizá aquí viene lo más difícil de digerir: lo que yo no quiero ver de mí mismo es lo que muchas veces veo reflejado en los demás. Se trata de la Ley del Espejo, que dice que todas las personas con las que interactuamos nos reflejan una parte de nosotros mismos. Entonces, ojo con lo que vemos, porque siempre, en algún sentido, refleja lo que no vemos o lo que no queremos ver (no en vano se dice que no hay peor ciego que el que no quiere ver y peor sordo que le que no quiere oír). Como señaló el escritor Wayne Dyer, "al juzgar a otro no lo defines a él, sino que te defines a ti mismo".

Así es que para poder percibir lo que no se ve, hay que hacerle caso a de Saint-Exupéry y aprender a mirar de otra forma lo que se ve: no con los ojos, sino con el corazón. Sólo entonces, tu vida se desplegará en todo su esplendor y se abrirán compuertas de entendimiento que antes nunca hubieras imaginado. Comencé diciendo que la vida no sólo es literal, sino también simbólica. Para terminar, agrego que si uno aprende a ver lo que no se ve, la vida deja de ser lógica… para convertirse en mágica.