¿Blanquillo?
Desde que se redujo el aparato público, vivimos un desbande vergonzoso. No hay fiscalizadores y -aprovechando esta situación- cual más, cual menos, hace lo que su regalada gana le ordena. Lo hemos visto en muchos episodios. Pero nos negamos a asumirlo y reconocerlo.
Se prohíben los fuegos artificiales, pero fallan los controles. Y los "cuetes" hieren a grandes y chicos. ¿No sabe el banco quién es el importador y qué es lo que dice que internará? ¿No lo sabe la aduana, acaso?...
Escasea el personal el Sernageomin y los pequeños mineros mueren por falta de fiscalización en las faenas. Lo propio sucede en los Departamentos Provinciales de Educación: sin inspectores, los sostenedores hacen lo que quieren. En verdad, ejemplos hay muchos. Muchísimos.
Hay que reconocer que fueron inteligentes los que dispusieron la reducción del aparato público. Y aún se vive esta vergonzosa "primavera" donde florecen -por doquier-las maniobras de los trasgresores.
Todo el preámbulo para un asunto que no merecemos: ¿Publicidad engañosa? ¡Talvez!... Pero en los supermercados se vende como "blanquillo" un pescado que no tiene nada que ver con este blanquillo que aún queda en nuestras costas. Nuestro blanquillo es pariente del rollizo, su carne es blanca y exquisita.
Es cierto. Ese "blanquillo" de los supermercados, es importado desde Vietnam, donde lo denominan "Pangasius". Se trata del conocido "pez rata", un basurero del fondo del río, que -para colmo de males- habita el curso de agua más contaminado del mundo. Otros con mayor descaro, lo ofrecen como "corvina", engañando vilmente a los consumidores.
En Google se lee. "Pangasius: la amenaza con escamas viene desde Vietnam". Hoy se compra porque hay paladares "snobs", que se refocilan comiendo un pescado "extranjero", sin saber su origen, valorando solo el hecho que "es importado" y eso da "status". ¿No saben lo que tragan?
¡Dios se apiade de esos paladares vanidosos!