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Armada desalojará a carpistas instalados en el sector sur

normativa. Medida obedece a razones de índole sanitaria y afectará a decenas de familias de veraneantes, que no cuentan con agua potable ni baños químicos.
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En los próximos días la Gobernación Marítima notificará y posteriormente realizará un desalojo a los carpistas que actualmente están instalados en el sector sur de la ciudad, ya que éstos no tienen permiso para pernoctar en el lugar.

La situación afecta a los veraneantes ubicados entre Playa Blanca, el sector Llacolén y Playa Amarilla, quienes llegan hasta el lugar para permanecer durante toda la época estival.

En la mayoría de los casos, los carpistas llegan con todos sus enseres, generadores de electricidad, equipos de música y mobiliarios básicos para almorzar y comer. Sin embargo, estas familias no cuentan con agua potable ni baños químicos.

notificación

Diego Aguilera, capitán subrogante de puerto, aclaró que el desalojo es realizado por motivos de salud para las mismas personas. "Ninguno de ellos está siendo regulado por las normas sanitarias, esto trae problemas en muchos aspectos, tales como focos de basura, infecciones y delincuencia", explicó.

El oficial enfatizó que ya se encuentran en una campaña en conjunto con autoridades como la Gobernación Provincial, el Municipio, Carabineros y la seremi de Salud, para notificar por escrito, primero a las personas que hacen uso del borde costero con las carpas, estableciendo un plazo para el desalojo, para evitar así el uso de la fuerza pública.

Según los vecinos del sector, el problema radica en la acumulación de basura en las playas durante los fines de semana y la presencia de perros (atraídos por los desperdicios), hechos que ponen en riesgo la integridad de los visitantes.

El municipio dispuso de un camión recolector en el sector, que cada mañana inicia su labor desde el balneario hasta Playa Amarilla. "Los fines de semana es cuando más basura se acumula, tardamos por lo general unas 7 horas en recoger todo", manifestó José Caicedo, operario de limpieza.

AFECTADOS

Margarita Campusano es una de las carpistas que recibirá la notificación de desalojo, ya que ella junto a toda su familia han acampado -cada verano- por más de 40 años en la Playa Llacolén. "Nos quedamos generalmente hasta fines de enero, no tenemos los medios para viajar, pero no nos importa porque nos gusta esta playa, todo aquí es muy tranquilo", declaró.

Mientras Maritza Barra, quien desde hace 15 años llega al sector junto a sus amigos, contó que con otros alcaldes jamás tuvieron problemas. "Siempre nos corren, los pobres no tenemos derecho a gozar de las playas, la alcaldesa no quiere ver que nosotros disfrutemos", reiteró.

Sólo en El Huáscar existe un lugar habilitado para realizar camping, ya que cuenta con baños químicos dispuestos para las personas y estanques de agua, condiciones básicas para la salubridad de sus visitantes.

Por el contrario, los campistas independientes que no se encuentran regulados, no poseen estos servicios. "Nos gustaría que nos instalaran baños químicos, contar con agua fresca, sabemos que las cosas no son gratis, pero sería ideal para poder tener una situación más digna", dijo otra de las carpistas.

Una buena conversación

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Es así: el verano es una época para reponerse, para cambiar la rutina, para hacer otras cosas. Aunque en muchos casos la rutina no cambia mucho, hay una sensación de distensión en el ambiente. Serán los días más largos, las temperaturas más cálidas, la ropa más liviana, la brisa marina haciéndonos cosquillas en la nuca, la perspectiva de que las vacaciones están a la vuelta de la esquina. No sé, pero durante el verano la vida no es como es durante el resto del año. Y creo que debemos aprovecharlo.

El verano es apertura, invita a salir, a mostrarse, a hacer más vida al aire libre, a querer estar más con los otros. Por lo mismo, una de las cosas que más disfruto hacer en esta época del año es juntarme a tomar un café con algún amigo en alguna vereda. El café es la excusa, claro. Lo que en verdad importa es lo otro: sentarse en la misma mesa y conversar relajadamente mirándose a los ojos. Ciertamente, el café sabe delicioso, pero lo verdaderamente delicioso es la conversa, la genuina conexión, la cercanía, la amistad, el cariño, eso que a veces se nos hace tan difícil de lograr hoy día. Con tanto email, mensaje de texto, emoticón y "me gusta" inundando nuestras vidas, haciéndonos creer que estamos hiperconectados y ultracomunicados. Pamplinas. En el fondo todos sabemos que no es así, que no hay verdadera conexión si yo no miro al fondo de tus pupilas y tú no miras al fondo de las mías. Porque es ahí donde de verdad se refleja el alma. Y es al alma donde las buenas conversaciones llegan. Ésos son los coloquios que se recuerdan, los que valen y los que sirven. Porque no son sólo palabras, son palabras y un millón de cosas más: miradas, sensaciones, gestos, intensiones, emoción.

No es raro que después de alguna de estas sinceras conversaciones, las tejas vayan cayendo graciosamente sobre tu cabeza, que ates cabos, que se te encienda la ampolleta y que reconozcas verdades que antes ni siquiera considerabas. Como me sucedió a mí un día hace muchos, muchos años, cuando aún no sabía qué hacer con mi vida y me junté a conversar con un amigo, y mi amigo declaró así, entre risas y chistes tontos… "mira -me dijo clavando su ojos en los míos- tú sabes perfectamente qué hacer con tu vida. Lo que pasa es que no te atreves…" ¡Ay Dios Santo! ¡Esa teja sí que dolió! Recuerdo ese diálogo como clave en mi historia. Y así como ésa, ha habido muchas otras conversaciones que me han marcado.

Pero honestamente, no fue ni la teja, ni las palabras, sino más bien la energía en la mirada de mi amigo lo que me liquidó. Doy fe de que estando cara a cara, frente a frente, tête à tête, los que en verdad hablan son los ojos. La boca dice cosas… pero en una buena conversación son los ojos los que hacen que el mensaje llegue al corazón.

Marcela Munita Solé

Marcemunita.blogspot.com