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Antofagastinos alucinaron con caballo de hierro gigante

show. Más de 3 mil personas acompañaron el espectáculo callejero de Antof. A Mil. La estructura de metal terminó su recorrido en el Balneario Municipal.

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Apenas la mole metálica de más de 4 metros de alto comenzó a dar sus primeros pasos en pleno Paseo del Mar, las expresiones de asombro rápidamente comenzaron multiplicarse en los rostros de los cientos de antofagastinos que seguían asombrados el montaje itinerante "El Caballo de Hierro". Una performance que utiliza un equino de varios metros de altura y que es parte de la compañía de teatro española Antigua i Barbuda, quienes se presentaron ayer en Antofagasta en el marco de la séptima versión del Festival de Teatro Antof. a Mil.

La imponente estructura operada por cuatro compañías de actores, dos chilenas y dos españolas, que recrearán el galope del animal, recorrió un extenso tramo desde el paseo del Mar (a la altura de calle Copiapó) hasta el Balneario Municipal, en una danza de colores, música que dejó asombrados a los asistentes.

Este pasacalle que describe la historia de un caballo salvaje y su domadora aterriza en Chile después de su exitoso paso por la Beijing Design Week 2014.

La compañía Antigua i Barbuda se funda en el año 2002 por Jorda Ferré, con el objetivo de iniciar proyecyos de montajes y performances callejeros, utilizando la construcción y efectos de teatro de manera autónoma.

En 2009 el artista multidisciplinar Oscar de Paz se suma a esta idea y juntos construyen escenografías, hacen montajes de animación, y todo aquello que tenga que ver con el teatro, el circo y la creación artística.

Asimismo, forman parte del equipo: arquitectos, artesanos, modistos, eléctricos, diseñadores gráficos, actores, músicos, etc.

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compañías de actores, dos chilenas y dos españolas, recrearon el galope del animal.

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espectáculos ofrece este año el festival, que se ha caracterizado por este tipo de presentaciones.

Huidobro, enseñó a enloquecer

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El poeta Vicente Huidobro no se negó a una cerrada visión de mundo; combatió por las causas de la Justicia y cuando la fatiga le arrojó su red de cenizas, buscó la proximidad del mar para morir. Murió del mal de los escritores: de un ataque cerebral, es decir, murió fiel a su ley de cabeza ardiente. Junto a las olas cantarinas de Cartagena, duerme, ahora. Y su Poesía es el bien que nos resta como uno de los júbilos mayores que podamos gozar frente al horizonte uniforme y tedioso que inventaron los hombres de cordura y rectitud

Huidobro nos enseñó a enloquecer por la Poesía. Este enloquecimiento es una higiene que conviene muchísimo: nos descarga de la estupidez de los señores de cuello y alma duros y nos permite soñar a todo el vapor de nuestros sueños.

El poeta que conmoviera a Europa con su verbo renovador, tiene para nosotros la calidad de una nueva y maravillosa atmósfera, como esta de sorpresa y fascinación que enceguece en su libro Ver y Palpar (1941): "El infinito busca una gaviota / para tener un punto de apoyo lógico y blando".

Huidobro es el poeta que destronó minervas de utilería, que despejó el cielo de suspiros de alcanfor y fecundó las palabras, tornándolas cápsulas de encantamiento. Cuando él apareció en nuestra poesía, América se embriagaba todavía con el bello sortilegio decorativo y orquestal de Rubén Darío; el suntuoso Modernismo no perincló (de periclitar, decaer), a pesar de los disparos tremendos de 1914; la confusa delimitación de Música y Poesía seguía desviando voces y propósitos y no escasearon los que amaban a la Poesía no por lo que ella posee de relevación, sino que por la razón menos suya: ¡porque "sonaba bien", como si fuese un organillo movido por manos sutiles.

Vicente Huidobro destruyó los cánones y planteó la liberación del poema de cualquier sustancia que le sea ajena: un poema no es, no debe ser, un comentario "alrededor de" sino un producto trabajado con las manos mágicas de ese "pequeño dios" que es el poeta.