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Los primeros días del Padre Berríos en el campamento "Luz Divina"

Dignidad. Sacerdote jesuita está analizando la realidad de las familias que habitan uno de los sectores más vulnerables de Antofagasta.
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Los primeros días del Padre Felipe Berríos en el campamento "Luz Divina" de La Chimba podrían resumirse en dos conceptos: absoluta discreción y empatía extrema con quienes son los pobres entre los pobres de Antofagasta.

El sacerdote jesuita ayer explicó las razones de su mutismo y tras abrir la puerta del contenedor que ahora es su hogar comentó: "ahora estoy demasiado agotado, no deseo dar entrevistas, puedes contactarte con la encargada del comedor, llegará en pocos momentos, pero no deseo hablar por el momento", luego dijo hasta luego y cerró la puerta de su nuevo hogar en la capital minera

Berríos llegó el domingo a Antofagasta y casi de inmediato se trasladó hasta el campamento donde habitan ciudadanos chilenos y bolivianos, quienes trabajan todo el día y dejan sus hijos al cuidado de parientes y amigos.

El religioso -que estuvo en misiones en el continente africano- ayer mostraba un rostro cansado, pero no ocultó sus ganas por hacer lo más que pueda por los residentes del campamento antofagastino.

Es que muchos de los niños del sector viven en precarias condiciones. Juegan en las polvorientas calles del campamento, pero igual ríen y comparten sus escasos juguetes. Pese a su edad muchos de ellos no ignoran su condición vulnerable.

Sabrina de 11 años se columpia junto a sus compañeros, Jimmy y Emily. El columpio es de frágil construcción y no aguanta el peso de sus tres amigos, quienes caen rodando al piso entre gritos y risas.

Sabrina estudia en el colegio 'Patricio Cariola' de la población Bonilla. Dijo que no ve mucho a sus padres dado a que ellos trabajan todo el día. Quiere estudiar ingeniería para poder ayudar a su familia, como muchos otros pequeños que desean salir del lugar.

sentimientos

Ximena López de 15 años, quien cuida de sus hermanos pequeños también comparte el mismo sentimiento, más sus deseos son distintos.

"Quiero estudiar agronomía para ayudar a mi familia en Bolivia. Los alimentos allá son muy caros, con mis estudios ayudaré a cultivar alimentos para todos". manifiesto.

Todos ellos, junto a más de 100 niños del lugar reciben alimentación en el comedor "María Acoge", que también vela por la educación de cada uno de ellos.

Susana Véliz, encargada del comedor abierto, manifestó que están preocupados de la educación de los menores. "Teníamos 80 niños ahora son 100, que alimentamos cada fin de semana", dijo.

Además, Leonardo de 7 años quiere ser piloto de carreras, Jimmy Paredes, de 11 años, ingeniero automotriz, Emily de 10, por su amor a los animales, veterinaria. Así los sueños sumas y siguen.

Irene Salvatierra, tía de Sabrina, expresó que la realidad es dura. "Aquí no hay agua potable, tenemos que depender de un camión repartidor, no tenemos baños ni pozos, y los que están instalados se encuentran asquerosos, además hay demasiada basura".

Por ello la llegada del padre Felipe Berríos abrió nuevas esperanzas para estos pobladores, sobre todo por el carisma y tesón del sacerdote.