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Los Leppes, una vida dedicada al servicio público y a los niños

forjadores. Desde España arribó Alfonso que echó raíces en el norte, dando paso a una familia de destacados profesionales, abogados, benefactores y servidores públicos que han dejado grandes obras en Antofagasta.
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Alfonso Leppes Pereira llegó en 1890 a Chile en busca de una nueva vida. Arribó procedente de Argentina, luego de hacer una larga travesía por el Atlántico desde su España natal.

Primero, estuvo en Taltal. Era un hombre muy culto, que hablaba inglés, era contador y telegrafista. Estando en el norte de Chile conoció a quien sería su esposa, una hermosa joven que había nacido en Gatico, Graciela Navarrete Godoy. Ella tenía sólo 15 años y él diez años más.

Producto de esa unión nació Alfonso Leppes Navarrete, benefactor, abogado, gestor y fundador de innumerables obras. Conocido por su carisma y trabajo incansable en favor de los niños más desvalidos.

Su historia está plagada de esfuerzo, sacrificio y visión.

Siendo pequeño, su madre se separó de Alfonso, a quien nunca más vio y que había conocido cuando vivía en Tocopilla. Su hijo no tuvo contacto con él, sin embargo, el destino quiso que su madre tuviera una segunda oportunidad en la vida cuando conoció a Luis González Arancibia.

Quien fuera su padrastro lo apoyó y alentó para que pudiera alcanzar todos sus objetivos. "Lo recuerdo como un hombre muy bueno, bondadoso, de muy buen carácter que me quiso más que a un hijo. Jamás me tocó ni me dijo una mala palabra, ni hizo una distinción con mis dos hermanos menores".

La familia materna era del norte, el abuelo Segundo y la abuela Doralisa estuvieron también siempre presentes apoyándolos.

Recuerdos

"Yo tenía como 9 años cuando mi mamá comenzó su relación con mi padrastro. Para mí todo fue algo natural, cuando los vi tomados de la mano. Yo lo quise, porque él me apoyaba. Siempre decía este flaco es inteligente, hay que ayudarlo. Cuando económicamente la familia no andaba bien y había que trabajar, él decía el flaco no puede dejar de estudiar, eso es lo más importante", dijo.

Luis Arancibia le enseñó valores que se adentraron en él. Así la familia fue creciendo, haciéndose más fuerte. Luego llegaron sus hermanos Alberto, que está radicado en Arica, y que es profesor jubilado. El menor era Hernán, un destacado tenor que está fallecido, pero que muy querido por destacarse en agrupaciones musicales y coros universitarios.

Graciela Navarrete era una mujer de carácter fuerte, mientras que Luis era quien ponía la gota de tranquilidad. El era condescendiente, nunca confrontacional. "Pero nunca hubo una mala palabra entre ellos. Con mis hermanos había diferencia de edades, pero siempre fuimos muy unidos. Vivíamos en Tocopilla".

Alfonso Leppes dice que desde pequeño sintió una necesidad, tuvo la vocación de servicio. Cuando estaba a punto de terminar cuarto medio se interesó por el trabajo que hacía un sargento de Carabineros que vivía en Tocopilla, que enseñaba a los jóvenes. Este era conocido como el "perro", pero era querido y respetado.

Por eso decidió inscribirse en la institución luego de ver una inserción en un diario.

Entonces Alfonso partió a Antofagasta a cumplir con su servicio militar en calidad de estudiante. A mediados de marzo, cuando estaba por terminar su instrucción, fue informado que debía presentarse para ser sometido a exámenes para ingresar a Carabineros.

Carabinero

En 1953 se fue a la Escuela de Carabineros. "Allí vinieron cosas extraordinarias. En ese tiempo se estudiaba dos años, pero en agosto de 1953 hubo un aumento de plazas, y los primeros cincuenta alumnos pasaron a segundo año. Entonces en diciembre yo era subteniente. Mi primera destinación fue Valparaíso, ciudad en la que estuve 14 años", comentó el profesional.

Cuando llevaba dos años como subteniente, se acordó de los consejos que le daba su padrastro, quien siempre le decía que podría ser mucho más. Conoció a estudiantes universitarios que lo alentaron y decidió rendir un examen para ingresar a la Escuela de Derecho en Valparaíso (Universidad de Chile).

Quedó seleccionado entre las 80 vacantes. "Ahí vino una época de gran sacrificio. Me levantaba a las 4 de la madrugada todos los días para estudiar y poder trabajar. Los fines de semana debía devolver los turnos a mis compañeros. No tenía descanso, y dejé de estudiar al terminar ese año", dijo.

Amor

Siendo las 21 horas, de un 9 de diciembre de 1957 conoció a su gran amor, su esposa y compañera Laura López Salas.

"Un oficial estaba de cumpleaños y yo fui a esa fiesta. Cuando entré a la casa al final de pasillo vio a una mujer que me enamoró de inmediato. Mi corazón empezó a latir más fuerte. Luego de saludar fui directo donde ella y le dije mucho gusto, yo me voy a casar contigo. Un poco más allá estaba su madre y luego de presentarme le dije señora me voy a casar con su hija", confidenció.

Estuvo cortejándola pero sus suegros le advirtieron que ella debía terminar su carrera de Enfermería. Pololearon al tiempo que ella estaba internada siguiendo sus estudios.

Laura López se recibió de enfermera un 20 de diciembre de 1960. Cinco días después, justo en Navidad, Alfonso y Laura se casaron, sellando una linda historia de amor.

El 2 de enero de 1961, ella empezó a trabajar en un consultorio de la Plaza Sotomayor en Valparaíso. Iba a hacer un reemplazo que duraría cuatro meses. Entonces Laura habló con su jefa a quien le pidió un adelanto.

Matrícula

Ella le pagó a su marido la matrícula para que retomara sus estudios de Derecho.

"Cuando llegué a almorzar ella me dijo aquí está tu matrícula, regresa a estudiar. Así fue que volví a clases y estuve con sacrificio estudiando, trabajando hasta que egresé como abogado. Ella me impulsó, me apoyó y fue fundamental", sostuvo orgulloso.

Alfonso Leppes reconoce que todas las obras y los trabajos que vinieron después contaron con el apoyo incondicional de Laura, como las Aldeas Infantiles SOS, Rotary Club, Escuela de Fútbol Rotavida, Banco de Sangre del Hospital Regional, entre otras.

Gracias a la intervención de Leppes fue posible contar con una máquina especial que trajeron desde Estados Unidos, para el tratamiento de la sangre, que prestó gran utilidad a cientos de personas por un par de décadas. Fue el gestor de una corporación de ayuda al banco de sangre.

Luego de 30 años de intensa actividad, Alfonso Leppes concluyó su trabajo en Carabineros de Chile, sumando un cúmulo de experiencia.

La familia Leppes López fue bendecida con la llegada de tres hijos. Marcelo, el mayor siguió los pasos de su padre.

Falleció en un accidente de tránsito, pero dejó dos preciados tesoros, sus hijos Javiera y Marcelo.

El segundo hijo, Darío, es ingeniero comercial y padre de Francisca, María Paz y Darío, mientras que el menor de los Leppes López, es Francisco, también abogado, que tiene tres hijos, Francisco, Catalina Paz y Nicolás.