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"Quiero matar a mi jefe 2"

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"Quiero matar a mi jefe 2" (Horrible Bosses 2), pertenece a un tipo de comedia estadounidense donde hay que considerar dos elementos esenciales: una tendencia nada disimulada al chiste grueso, generalmente asociado a la genitalidad, y una flojera más que evidente a nivel de relato.

Por comparación, filmes como éste y "¿Qué pasó ayer?", por ejemplo, son películas que en nada aportan desde el punto de vista de la creación de un estilo, de actuaciones o de renovación de fórmulas. Son simplemente productos que apelan a consumidores de un cine chatarra, inevitables en una industria donde lo que importa es hacer más de lo mismo. Esto significa que nada tienen que ver estas películas con las antiguas y notables comedias que hicieron inmortales a comediantes de la talla de Peter Sellers o Jerry Lewis.

Otra pregunta inevitable que surge a raíz de un filme tan flojo como éste es: ¿hacía falta que se hiciera una secuela? ¿Fue tan inolvidable la primera parte como para seguir con la historia de este trío de pusilánimes?

En esta ocasión, los amigos Nick (Jason Bateman, el líder) , Kurt (Jason Sudeikis) y Dale (Charlie Day), dejaron atrás su época en que querían exterminar a sus respectivos jefes y se han transformado en sus propios mandamases.

La película se inicia con un anuncio televisivo, cuando el trío presenta su invento: un cabezal de ducha que además lanza shampoo en la cabeza de la gente demasiado floja como para ocupar sus propias manos en este menester. El producto es tan bueno que atrae la atención de un magnate financista (Christoph Waltz), el que les hace una oferta millonaria.

Como esto es comedia (y de la mala), el espectador sabe que el magnate y su hijo consiguen adueñarse de su negocio en ciernes y producto de ello los protagonistas deciden secuestrar al hijo de su enemigo (Chris Pine) y extorsionarlo. Obviamente que este descabellado plan se complica cuando resulta que la supuesta víctima es quien decide auto secuestrarse para quedarse con los millones de su padre.

Quizás el mérito que puede tener este filme son sus juegos de palabras, diálogos que aluden a películas y series o los dobles sentidos que tienen en sus conversaciones, donde siempre está presente una noción adolescente del sexo. Lo lamentable es que la película desaprovecha de manera burda a personajes secundarios que podrían haber sido geniales pero que terminan completamente desdibujados, como la criada china o la dentista ninfómana que interpreta Jennifer Aniston.

Además de los tres intérpretes, que son siempre cómicos a la fuerza, quienes se lucen son Chris Pine, muy bien en su papel de hijo que desea a toda costa acabar con su padre y un muy buen cameo de la primera película con el actor Kevin Spacey (le bastan dos escenas para lucir su calidad histriónica) y un notable Jamie Foxx quien se insinúa como el protagónico para una tercera parte de esta serie.

Si se analiza el contenido de este filme, nos daremos cuenta de algo que nunca ha terminado de entenderse en este tipo de filmes en apariencia deslenguados: todo parece humor negro, pero no lo es. Los chistes rozan lo amoral, pero no se atreve a ir más allá y siempre predomina lo políticamente correcto. Y esto nuevamente nos confirma cuán conservadores son los estadounidenses, aunque se jacten de lo contrario.

Parece que en los tiempos actuales, no existe la posibilidad de una auténtica comedia negra hecha en Hollywood: hay que devolver el orden y restituir la moral antes de que termine la película, parece ser la consiga.

Reparos más o menos, "Quiero matar a mi jefe 2" es una comedia que jamás pasará a la historia por su guión, sus actuaciones o sus aportes al humor, pero que puede ser una matiné del montón, de esas películas que se ven, producen risa y después se olvidan. Esto es, similar a la chatarra típica de un patio de comida. Nada más que eso.