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Sin profesores no hay reforma

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Son muchas las propuestas de cambio anunciadas por el Gobierno en materia de educación. Y si bien comparto la necesidad urgente de reformar el sistema y proceso educativo, no concuerdo con la manera como lo está haciendo la Presidenta Bachelet. No es el camino correcto.

En primer lugar esta reforma parte de un error garrafal, que es nivelar hacia abajo y no pensando en cómo mejorar a quienes hoy no reciben una buena educación. Ellos necesitan avanzar más rápido y la solución no es "quitarle los patines" a los que sí lo hacen, sino colocárselos a quienes no los tienen.

Pero hay un tema mayor que sigue ausente de la discusión y que como profesor me preocupa. Si esperamos reales cambios, debemos replantearnos la valoración de los agentes más importantes del proceso educativo: los profesores.

Ellos parecen ausentes y espectadores de estas reformas y su gremio poco ha dicho. Son ellos quienes deben levantar la voz para recuperar la dignidad perdida en esta sociedad estatista que se construye con este gobierno de izquierda.

Jubilación deriva del latín "jubilare" y no es otra cosa que una expresión de alegría y satisfacción. Lamentablemente a los profesores esa palabra los aterra, ya que ellos al momento de su "jubileo" se convierten en personas que ni siquiera pueden satisfacer sus necesidades más inmediatas, por las bajas pensiones al término de su vida laboral.

Esta es una de las razones por las que las reformas educacionales que se discuten en nuestro país no tendrán el éxito que todos queremos. No sólo porque no atacan el problema real que es la calidad de la educación, sino porque tampoco consideran a los profesores y su situación social y salarial.

Los esfuerzos han sido destinados a ofrecer incentivos para estudiar pedagogías -lo cual es positivo-, pero insuficiente sino se generan cambios en su progresión laboral y post laboral.

Sé que los maestros están cansados, son muchas las demandas que no han tenido respuesta, como la deuda histórica, su protección frente a las agresiones, reconocimiento laboral y social, y planes dignos de retiro. En fin, lo concreto es que hoy para los profesores el "jubileo" es un vocablo que aterra y no pueden conjugar. Sin profesores no hay reforma.