La presencia de la madre evitaría el dolor en los bebés
neurología. Un estudio asegura que el cariño maternal provoca alteraciones genéticas en el cerebro que ayudan a enfrentar el sufrimiento.
El cerebro de un bebé puede llegar a ser más complejo de lo que parece, y los científicos que investigan el desarrollo cognitivo a temprana edad desconocen en su totalidad el impacto que puede generar el mundo exterior en los infantes.
Un estudio realizado en Estados Unidos sostiene que el cuidado de una madre cuando el niño padece de algún sufrimiento puede provocar cambios a nivel cerebral. Específicamente, la modificación se produce a nivel genético, en una parte del cerebro involucrada en las emociones.
"Nuestro estudio muestra que una madre que consuela del dolor a su hijo no sólo provoca una respuesta en el comportamiento, sino también el reconfortar modifica -para bien o para mal- los circuitos neuronales críticos durante el desarrollo temprano del cerebro", explica Regina Sullivan, neuróloga de la Escuela de Medicina de la Universidad de Nueva York y autora del estudio.
De acuerdo a un comunicado difundido por dicha institución, el estudio será presentado la próxima semana durante una reunión de la Sociedad Americana de Neurociencia.
detalles del estudio
La investigación de Sullivan comenzó con un cuidadoso análisis de los genes en los cerebros de ratas lactantes. El equipo estudió lo que sucedía cuando los bebés experimentan el dolor.
A través de estímulos eléctricos inofensivos, determinaron la cantidad de genes que se activan cuando hay dolor, así como su disminución cuando la madre de las crías estaba presente.
Los investigadores indagaron en la amígdala del cerebro, zona responsable del procesamiento de las emociones como el miedo y el placer. Tanto seres humanos como ratas comparten esta función cerebral.
El equipo descubrió que, si bien las descargas eléctricas mínimas produjeron un cambio genético, la presencia de la madre también alteró el desarrollo del cerebro. En términos específicos cambió un número de genes asociados con AMPc y señalización de GPCR, ligados a la comunicación entre las células, así como a genes asociados a la liberación de hormonas.
Los especialistas concluyen que este tipo de experimentos son fundamentales para entender la complejidad del tratamiento del dolor en los niños recién nacidos.
"Nadie quiere ver a un niño sufrir, ni a las ratas, ni a cualquier otra especie. Pero si los fármacos opiáceos son demasiado peligrosos para los bebés debido a sus propiedades adictivas, el reto sigue siendo encontrar los estímulos ambientales alternativos que incluyan la presencia de la madre, tales como mimar, el olor de la mamá, cosas que podrían aliviar el dolor", explica Sullivan.
Sin embargo, Sullivan sugiere que las consecuencias a largo plazo de estas modificaciones genéticas también deben compararse con los beneficios a corto plazo para atar estímulos de dolor durante la infancia a un poderoso símbolo de la protección y la seguridad que otorga la madre.
"Cuanto más aprendemos acerca de nutrir el cerebro infantil durante la infancia, mejor preparados estamos para hacer frente durante el largo plazo con el tratamiento de los problemas que surgen del dolor y el abuso físico y mental sufrido durante la infancia", recalca la especialista.
El llanto de un bebé puede producirse si tiene hambre, dolores intestinales e incluso cólicos. Una de las formas de calmarlo es hablándole de manera suave y colocar al bebé cerca del pecho. El olor de la piel, el aliento, los latidos del corazón y el calor corporal de la madre pueden aliviar las dolencias de los niños más pequeños.