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HAZLO POR AMOR

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Cuando hagas algo, hazlo con amor. Las cosas hechas con amor son siempre mejores que las que se hacen por cumplir o por salir del paso. El amor no sólo abre todas las puertas, hace, también, las mejores obras, tanto espirituales como materiales. Todo lo que ejecuta lo hace desinteresadamente y con esmero y no escatima sacrificio alguno para llevar a cabo cuanto se propone en beneficio de los demás. Construye, pero no destruye; levanta, pero no humilla. Anda de la mano con el altruismo y la bondad es su mejor aliada.

No olvides que hacer bien las cosas es una forma de servir al semejante. No hagas el bien por ostentación o por insinuar lo que no sientes, hazlo por amor.

Si no amas de veras al prójimo, es preferible que no le tiendas la mano, porque, con ello, lo engañas y te engañas a ti mismo. La dádiva sin amor es una ofensa en vez de caridad. Y un corazón bien puesto no hace un acto tan reprobable.

Cuando enjugues una lágrima o consueles al que sufre, hazlo en silencio y sin que nadie se dé cuenta. Ello te enaltecerá ante Dios y ante tu propia conciencia.

La caridad a gritos o las buenas acciones con redobles de tambor, quitan méritos al protagonista y pierden todo su valor moral.

El amor entrega lo que tiene, sin esperar recompensa y sólo por la satisfacción de dar y de servir al semejante. Esa es la verdadera caridad.

Porque el amor me abre la puerta de todos los corazones y el ser útil al prójimo me conquista la gratitud de todos, soy feliz.

El amor es la principal de las riquezas. Y yo amo. El servir a los demás, la mayor de las fortunas. Y yo sirvo. No tengo dinero, pero hago obras de caridad. Y las buenas obras son eternas como Dios.

Jesús fue el más pobre de los pobres y el más rico de los ricos. El más pobre, porque nació en un pesebre sobre un montón de paja. Y el más rico, porque murió por amor.

Hermano, él que no ama y sirve al semejante, pasa por la vida como el aerolito que cruza el espacio: no deja huellas.

Cultiva tu espíritu en el amor y hazlo que ame lo creado, desde el más insignificante de los objetos hasta la más lejana de las estrellas.

En todo cuanto existe está la mano de Dios. Él hizo el mundo, los seres y las cosas. Y los hizo con amor. Cuando te creó a ti te dio algo que te distingue del resto de los seres vivos: la razón, luego puso en tu pecho una parte de su alma y te hizo inmortal.

Fuiste creado a su imagen y semejanza. Y cuanto existe lo hizo para ti, sólo para ti.

Cuando muera el amor, el mundo será un enorme témpano frío en el que no aromarán las flores ni cantarán los pájaros ni silbarán los vientos.

Enmudecerán las fuentes, el mar no tejerá collares de espuma en torno de las rocas y los lagos no serán el espejo en que se mira el sol y se bañan las estrellas. El verso perderá su música y las palabras, su sentido. No habrá églogas ni madrigales; el corazón será un órgano insensible y tú y yo, dos sombras que marchan juntas, que se miran, se hablan, pero no se entienden.

Cuando muera el amor, la vida no tendrá razón de ser.