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Tanto más que belleza

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Cierto es que en factura y contenido, la poesía es belleza. El poeta A.S. Housman comparó la escritura de un verso con las secreciones de una ostra herida que dan como resultado una perla.

La belleza, lo etéreo, lo sublime, no están ausentes en la poesía de Andrés Sabella: "¿Existirían sin ti las reinas que nacen del marfil, las manzanas donde retozan las centellas?"

Pero, incluso tiernos y delicados versos suyos dedicados a la infancia muestran una clara conciencia social, que reacciona y sufre ante la falta de soluciones. "¡Si yo pudiera hacer con este cielo blanco / camisas para los niños pobres!"

Y, sensible ante las necesidades humanas más básicas, Sabella reclama enérgico "En vuestras mesas, ¡oh ricos despiadados! el pan está llorando".

Por otra parte, exalta la grandeza de los comprometidos, los que se juegan por el pueblo doliente y que desde nuestro norte han dado ejemplo de vida: "Los hombres del Norte Grande / nacimos de Recabarren ¡somos hijos del coraje como lo fue nuestro padre!". "Vasto de sal y de cobre/ dulce y bravo caballero don Elías yo te cuento/ entre los hombres más hombres".

Andrés Sabella, en estrecho contacto con la realidad, sentía como propias en su carne de poeta, la vida y la muerte de tantos chilenos. Cómo si no, podría haber escrito estos versos:

"Este hombre se ha vuelto una pregunta: nada, nada, nada, ni siquiera tumba/ Este era un hombre, ¡un hombre, un hombre, un hombre!"

"Yo vi caer a un hombre de trajes deshechos y mirada pura ¡Yo vi morir a un hombre que decía la verdad! Su sangre ennobleció el crepúsculo/ Unté mis manos en ella/ y en su borde juré este amor que ahora se define".

Sin embargo, su conciencia social y su protesta no están exentos de amor y esperanza: "Yo vivo para un tiempo augustamente claro por los ríos pasarán las estaciones sin miserias/ y no habrá ópalos siniestros en el reír del niño. Yo vivo para entonces: el trigo cabrá en todas las miradas/y los pies tropezarán con la alegría".