Un llamado a establecer un diálogo, sobre todo en el seno del Congreso Nacional, para abordar la discusión que hoy existe en torno al aborto terapéutico realizó en Valparaíso el sacerdote jesuita Felipe Berríos, quien frente a esta materia precisó que "la sociedad chilena tiene la madurez suficiente para conversar y debatir estos temas".
El presbítero, quien llegará el próximo año al campamento La Chimba en Antofagasta, fue el encargado de presentar en la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (PUCV) el libro "El viaje rojo. Un ejercicio de memoria", de Ernesto Ottone, calificó como "dramático" el caso de la menor de 13 años, de Carahue, que producto de una violación dio a luz a un bebé que tiene mínimas posibilidades de sobrevivir a raíz de una malformación cardiaca congénita.
El caso levantó nuevamente el debate sobre la legalización del aborto terapéutico y frente a esto Berríos aclaró, primero, que "yo soy de la opinión que en todos los hospitales existen comités de ética. Los doctores en Chile han mostrado siempre tener una equilibrio moral bastante consecuente y yo creo que eso debe resolverlo el comité de ética de cada hospital que conoce no solo el caso biológico, sino también la situación socioeconómica, la situación familiar, psicológica".
Rol del Congreso
En este sentido, enfatizó que el diálogo se puede dar en distintas instancias, como "en la familia, en los colegios, en la sociedad en general", pero subrayando el rol del Congreso Nacional: "Para eso tenemos un Parlamento, una Cámara de Diputados y de Senadores donde estas cosas hay que debatirlas y conversarlas".
En este ejercicio, Felipe Berríos manifestó que es fundamental que "cada uno entregue sus posiciones, la Iglesia Católica, los masones, los evangélicos, los agnósticos, los no creyentes, todos los seres humanos que vivimos en Chile tenemos una visión, una parte que dar y dialogar sobre el tema, yo no lo tengo miedo al diálogo".
Al ser consultado de si era partidario de que se implemente el aborto terapéutico, el sacerdote jesuita aseveró que "responder a eso sería (pensar) una sociedad infantil donde los curas tenemos que decir qué es lo que se debe hacer y qué es lo que no se debe hacer. Yo prefiero el diálogo, donde se va fortaleciendo la conciencia de las personas, donde podamos discutir qué lo que es realmente lo humano, qué significa ser persona, qué es lo que es la vida humana, que ese sea el tema de discusión y no que tengamos nosotros que estar diciendo esto sí, esto no. Además, todos tienen claro cuál es la posición de la Iglesia".