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"Las estadísticas esconden una durarealidad: parar la olla con dos lucas"

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E s de hablar directo y cercano. Conocido por ser un incansable gestor, que con energía busca aliviar los dolores de los más vulnerables, el capellán del Hogar de Cristo, padre Pablo Walker S.J., visitó la región para inyectar energía a los diversos proyectos que tiene la institución.

Asistió en Calama a un seminario sobre el desafío de la inclusión social y se sumó a los festejos del 25° aniversario del Colegio Juan Pablo II. Allí compartió con organizaciones de migrantes, de la diversidad sexual y con representantes de diversas fundaciones.

¿Cómo ve a la gente del norte. Falta más compromiso social?

-Hay una necesidad de cambiar de switch en el modo de relacionarnos. Hay que disponer de ciertas habilidades reparadoras, para que no nos deshumanicemos en el día a día. Vinimos a Antofagasta a animar a los equipos, para ver cómo se está haciendo el trabajo en red con muchas fundaciones que intentamos tener un cierto liderazgo.

¿Advierte algunos avances?

-Veo avances muy bellos porque se da la oportunidad de trabajar con otros. El Hogar de Cristo justamente está llamado a ser contagioso, ese es el legado que nos dejó el Padre Alberto Hurtado.

El trabajó por crear un clima de respeto.

Inclusión

-Tenemos que aprender juntos habilidades que traigan de regreso a las personas que se han autoexiliado, o que han sido exiliadas de sus familias, que hoy están en la calle.

También debemos preocuparnos por nuestros hermanos migrantes. Ellos viven la misma situación de desamparo que vivían nuestros ancestros croatas, italianos, griegos, chinos, etc.

¿El Hogar de Cristo sigue firme con su misión solidaria?

-Hemos avanzado positivamente junto al trabajo ordinario que realizamos en cuanto a las 700 personas diarias acogidas a nivel comunal.

Estamos hablando de todos los rostros de la pobreza, desde el adulto mayor que asiste a las residencias, la primera infancia, en los jardines, los infanto-adolescentes que son cobijados por la Fndación 'Súmate'. Las instituciones que acogen a las personas con discapacidad cognitiva e intelectual.

Compromiso

-Nos interesa darnos el tiempo para trabajar con otros, crear ciudadanía inclusiva y una agenda de incidencia para las políticas públicas.

Es impresentable el nivel de retraso, por ejemplo, como la falta de financiamiento para nuestros hermanos que tienen discapacidad mental, cuya cifra es invisible.

Nos interesa que en nuestro país sea reconocida la escuela de segundas oportunidades, que debe ser un modelo educativo propio reconocido por el Estado, y tiene que ser incorporado a la reforma educacional.

Las políticas públicas para las personas en situación de calle es algo que se adelantó en el gobierno anterior, pero que no alcanzó a salir del horno. Sin embargo, con los ajustes necesarios, pero no solamente con el Plan de Invierno, se deben generar auténticas medidas, como vivienda compartida, apoyo al empleo, el ingreso ético familiar que se consolide y se perfeccione.

¿Cuál cree que es la realidad de Antofagasta?

-Antofagasta está bajo la media nacional de personas que sufren pobreza, pero las estadísticas esconden y a veces como que nos excusan para no involucrarnos.

Me pregunto, de qué manera cambia eso el infierno cotidiano que vive una persona para parar la olla con 2 mil pesos.

Además está la coexistencia entre altísimos niveles de ingreso y esta pobreza emergente donde se mezclan no solamente la falta de ingresos cotidianos, sino que la humillación, el desprecio o la denostación pública.

Quiero agradecer a los medios de comunicación que se han movilizado, que han mostrado que las personas que sufren pobreza no son la caricatura que hemos hecho de ellos, para no verlos afectados, por miedo, por desconocimiento, por ignorancia.

¿El apoyo de los socios sigue siendo fundamental?

-Nosotros tenemos una urgencia, junto con la cotidiana necesidad de mejorar los ingresos, de hacer un homenaje al socio anónimo, de decirles queridos socios tu aporte cotidiano es el que nos permite estar acá trabajando.

Detrás de cada aporte hay un genuino gesto de cercanía. Junto con eso, día a día necesitamos para cerrar la fábrica de exclusión, que cada uno vayamos adoptando nuevos y mejores hábitos.