Resulta evidente que el 11 de septiembre es una fecha que genera controversias, por las distintas visiones sobre el origen del golpe militar de 1973 y su desarrollo que llevó al quiebre del sistema democrático. Sin lugar a dudas, que 41 años es poco para el análisis histórico del acontecimiento y, por el contrario, el debate es apasionado, mientras las heridas aún permanecen abiertas.
Quienes vivieron ese proceso dicen reconocer que el país estaba dividido, que era imposible llegar a acuerdos en medio de la intransigencia y que se habían debilitado las instituciones. La Corte Suprema, la Contraloría, la Cámara de Diputados y el Senado coincidían en que el gobierno de la época había caído en la ilegalidad y que no daba cumplimiento a los fallos judiciales. En consecuencia, el golpe militar tuvo causas y consecuencias y no pueden analizarse unas sin las otras.
Se recordará también que los procesos productivos estaban prácticamente paralizados, que los hogares eran golpeados por una inflación desmedida, de 342% según las cifras oficiales, pero sobre el 700% según los precios de los productos que se transaban en el mercado negro. El clima de polarización y la violencia tenían al país al borde de una guerra civil. En ese ambiente, intervinieron las FF.AA.
No obstante, los atropellos a los Derechos Humanos cometidos durante el régimen militar que se prolongó por largos 17 años, no tienen justificación y son situaciones que no deben repetirse. Para ello, hay que fortalecer la democracia, porque así como hay causas y efectos, nadie puede decir que está exento de responsabilidad sobre lo ocurrido.
Chile necesita pasar de una etapa de confrontación a una de búsqueda de la unidad nacional, sin olvidar, porque hay que considerar que los países no construyen su futuro entrampados en sus quiebres históricos.
La violencia como método para zanjar las diferencias no es válida. Esta fecha debe ser recordada como una oportunidad para reflexionar sobre lo ocurrido, y no para llamar a más violencia, tratando de generar un clima de anarquía, que fue precisamente el que condujo al quiebre de nuestra democracia.