¿Parejas?
A decir verdad, los curas están muy 'estropajeados' en estos últimos tiempos. Esos pecados en que han incurrido, no tendrán perdón de Dios, aunque el clero (que debiera juzgar a los pecadores) mire para otro lado y la justicia -como siempre- se desentienda del asunto. Esto último, que no es ninguna novedad, acrecienta la sensación de impunidad con que vivimos en el día a día.
Pero, hace unos días le hallé razón a un cura.
En Copiapó le oí sermonear a dos jóvenes que se hacían llamar 'pareja'. Contaron al sacerdote que hace cinco años que están 'emparejados'. Dijeron que no habían decidido aún la paternidad, pero que 'lo iban a ver más adelante', con esa frase tan manida como dañina: 'De ahí veímos, padre' -dijeron.
¡Pareja! ¡Pareja! -dijo el cura, manifestando compasión ante los enamorados. Luego señaló que ambos eran convivientes, porque compartían el mismo techo, la misma mesa… Y que -por consiguiente- si cohabitaban, debían reconocerse como convivientes…
Ante la cara de duda de la cuestionada 'pareja', el cura explicó, derivando varias ideas conexas, claras. 'Los animales se aparean, pero lo hacen mientras están en celo, por mandato de la naturaleza y la conservación de la especie… Entonces ellos forman una pareja, en un acto instintivo... Ustedes están unidos por el amor del uno al otro y han decidido compartir sus vidas, en las buenas y en las malas. Entonces, no se degraden, porque a Ustedes no los mueve el puro instinto carnal… Ustedes conviven… Se toleran, se respetan. Es más humano que se den en llamarse convivientes… Y no le hacen daño a nadie…' -sermoneó, tomándole las manos.
Ellos, cabeza gacha, avergonzados talvez. Este autor, asintiendo con la cabeza el sólido argumento del franciscano, quien se aprestaba a encaramarse en una desvencijada bicicleta. A ellos, los vi alejarse tomados de la mano. El que escribe, permaneció en el escaño, reconociendo que -por esta vez- volvió a creer en los argumentos de un cura…