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El Hrvatski Sokol se transforma para ser orgullo deportivo de Antofagasta

club croata. Las dependencias que unen las calles Esmeralda, Orella y 21 de Mayo están convertida en la institución privada más importante e identificada con la ciudad. La historia de una es nada sin la otra.

Patricio vega contreras

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Hablar del Club Hrvatski Sokol es referirse a Antofagasta y su historia, alcance que no es menor y que también puede darse en sentido contrario. A pesar que la ciudad es mucho más antigua.

Desde que el Halcón quiso formalizar sus inquietudes y echó a volar el 1 de diciembre de 1927, se fue a la par con cada quehacer de la Perla del Norte.

Por eso, hoy no extraña que en todo el país se crea inmediata relación si se conversa de Antofagasta o de Sokol. Por uno se piensa en el otro.

Por lo mismo, la institución en que convergen las calles Esmeralda, Orella y 21 de Mayo, hace algo más de un año que decidió renovarse, echarse 'una buena mano de gato'.

Así, el directorio presidido por Ambrosio Restovic e Iván Korlaet tomó el toro por los cuernos y se puso a trabajar con los granos de arena que cada uno de los 150 socios aporta.

Con la intención de llegar vestido de frac al aniversario número 87, los trabajos de refacción en las diferentes áreas del priviligiado centro deportivo, no se han hecho esperar.

Camarines, baños públicos, salón Dalmacia, vitrinas de trofeos, comedor, piscina, escaleras, cielos de iluminación natural laterales, iluminación artificial, césped sintético de primera en las canchas de baby fútbol y la habilitación de una sala especial para café concert y convenciones abierta al arte y la cultura de la comunidad antofagastina. Y más implementación para la emisora.

Sokol no se queda atrás en una Antofagasta que avanza sin deseos de detenerse.