Según las definiciones de los diccionarios, la esperanza es un estado de ánimo optimista, basado en la expectativa de resultados positivos y favorables en relación a la propia vida o el mundo en su totalidad. La definición de poseer esperanza, supone que una persona puede esperar confiado y sereno en el devenir de la existencia o una situación en particular.
El concepto de esperanza es muy remoto, está incluso presente en la hermosa Mitología Griega, con la famosa historia de Pandora. Siempre recuerdo, en mi paso por la Universidad Católica del Norte, cuando los eximios académicos de literatura universal, nos interesaban en estos textos sin tiempo, que relataban cuando Prometeo robó el fuego de Zeus para dárselo a los hombres, lo que causó la ira del supremo dios griego, quien en su gran enojo creó una especie de caja que contenía todos los males y se lo dio a Pandora, la cual en su curiosidad, la abrió y todos los males fueron dispersos por la Tierra; sólo Elpis permaneció en el fondo de tan fatídica caja, ése era el espíritu de la esperanza.
En el Cristianismo la esperanza también está presente como una de las tres virtudes teologales, en conjunto con la fe y la caridad.
Sin embargo, estimados lectores, hoy quiero a través de estas líneas hablarles de esa esperanza que día a día, parece esfumarse, cada vez que escuchamos o vemos un noticiario, que nos muestran tanta desesperanza, presentada en guerras despiadadas, en muertes de tantos niños que no pueden alzar sus frágiles voces ante tanto tormento inhumano, en largas marchas de pueblos que caminan errantes, huyendo de la miseria. Pareciera que la singular y mítica cajita de Pandora, siguiera desgraciadamente abierta y más vigente que nunca.
Un día desperté más temprano que lo común, y a pesar de las frías mañanas de Antofagasta, escuché el tradicional canto matinal de los gorriones, anunciando quizás, esperanzada y anticipadamente la primavera. Sentí alegría y esperanza al ver como la naturaleza, en su sabiduría, nos regala esa esperanza que la humanidad misma quiere borrar.
Ningún ser humano debiera olvidar, que a la esperanza se opone la temida desesperación. Si la esperanza es una virtud, luchemos en todo sentido, por ser lo último que se pierda en este convulsionado mundo.