Buen trato: cambio de paradigma
Marcela Pardo Montecinos
El maltrato infantil está definido por la Unicef como 'acción, omisión o trato negligente, no accidental, que prive al niño de sus derechos y su bienestar, que amenacen y/o interfieran su ordenado desarrollo físico, psíquico y/o social, cuyos autores pueden ser personas, instituciones o la propia sociedad'. Por lo tanto, hay distintas formas de maltrato, no sólo el castigo y los golpes, sino que también formas menos visibles.
Por otro lado, los daños no sólo son ocasionados y ocurren al interior de las familias, sino que también las instituciones y la sociedad los pueden generar. Es así que el maltrato institucional, el trabajo infantil y el comercio y explotación sexual, son evidencias de esta dimensión de la problemática.
En el último estudio de opinión realizado por Unicef, el año 2006, señala que un 75,3% de niños de octavo básico encuestados, manifiestan sufrir algún tipo de maltrato. Estas cifras, comparativamente con estudios anteriores nos muestran un aumento general de esta problemática. En particular, se aprecia una mayor percepción de maltrato psicológico, lo que podría estar relacionado con que los niños(as) están más conscientes de sus derechos. Además, es importante considerar que el maltrato físico conlleva necesariamente algún daño emocional. Al respecto, diversos estudios muestran que las secuelas del maltrato tienen un impacto significativo en la vida de las personas, pudiendo generarse alteraciones en el desarrollo de la autoestima, en el manejo de las emociones, incluso ocasionando la aparición de cuadros tan complejos como la depresión.
Es importante generar vínculos afectivos seguros, confiables y continuos en el tiempo con los niños(as). Esto, a su vez les permite reconocerse como sujetos valiosos para los contextos donde se desarrollan (familia, vecindario, colegios) y estimula su participación en ellos. Asimismo es importante favorecer las experiencias que promuevan la alegría y el humor, así como el desarrollo de la creatividad y el arte en los distintos contextos.
Por lo tanto, es trascendente reforzar la articulación de las redes que reconozcan y valoren el buen trato, de modo que permitan identificar cuando un niño(a) no lo vive y actúen de manera coordinada y oportuna para protegerlo, desplegando las acciones necesarias para detener y reparar esta situación.