Secciones

Voluntarios se las arreglan para ayudar a pacientes abandonados en el hospital

salud. Anónimamente ayudan a enfermos que deben enfrentar sus padecimientos en soledad.

p.c.r

E-mail Compartir

En el cuarto piso del Hospital Regional, en la unidad de Neurología, una paciente de 36 años, que sólo identificaremos como 'K' cumplió cuatro meses internada. Ha tenido que enfrentar un complejo estado de salud que incluye un tumor cerebral, pero junto con eso, padece el abandono de su familia.

Así como ella, unos 20 enfermos en el principal centro de salud del norte del país buscan su mejoría sin contar con el apoyo directo de sus familias, ni mucho menos de los elementos básicos para poder enfrentar su paso por el hospital.

Se trata de pacientes en su mayoría adultos que en algunos casos no cuentan con familiares que los puedan venir a visitar o preocuparse de su condición. También está el caso de algunos que residen en otras ciudades y que llegan al Hospital para recibir atención más especializada y cuyos familiares no siempre cuentan con los recursos para poder viajar a verlos.

Pero también están los que simplemente fueron olvidados por sus cercanos una vez que se enteraron de sus enfermedades y que no se quieren hacer cargo de su situación.

En su mayoría los pacientes olvidados pasan periodos largos en el hospital completando en algunos casos hasta casi un año internados, viviendo una experiencia amarga que se suma a sus padecimientos.

'amor y esperanza'

En medio del dolor y las enfermedades surge el trabajo anónimo de un grupo de 26 personas, que asumen como propios estos problemas. Que se turnan para visitar a diario a los pacientes, para preocuparse de que coman, ayudar cuando es necesario hacerles su aseo personal, conversar con ellos y entregarles algunos elementos básicos.

Se trata de la agrupación 'Amor y Esperanza', cuyos voluntarios de pechera blanca, se distinguen en los pasillos del hospital por llevar con ellos un bolsón verde, lleno de cepillos, pasta de dientes, peinetas, papel higiénico y otros elementos muy necesarios para los hospitalizados.

El voluntariado se creó el año 2004, bajo el alero de la Asociación de Pastores Evangélicos de Antofagasta.

Sus integrantes se las arreglan para cumplir con turnos de mañana y tarde, así como para poder cubrir las necesidades de los pacientes que visitan. Incluso muchas veces con sus propios recursos compran lo necesario para no dejar a nadie abandonado.

Pese a que su visión original está en preocuparse de los pacientes abandonados y aquellos que lo necesitan, también en ocasiones deben apuntar sus esfuerzos a ayudar a familiares que llegan a Antofagasta acompañando a un enfermo y que simplemente no tienen dónde quedarse ni cómo enfrentar la situación.

'Este es un trabajo hermoso, nos da mucho gusto el cariño que nos entregan los pacientes cuando ven que nos preocupamos por ellos y también nos damos cuenta que esto les da más ganas para salir adelante, para buscar su propia mejoría', cuenta Teresita Jara, presidenta del voluntariado.

Recuperación

Las historias suman en las memorias anónimas de los voluntarios. Hace cuatro meses llegó un paciente con hemiplejia. Se trataba de un hombre que durante toda su vida trabajó como vendedor ambulante y que hoy cuando transita por la tercera edad, está solo.

Los voluntarios lo conocieron y le ofrecieron su ayuda. Pero no fue sólo eso, también lo acompañaron en su enfermedad y hasta fueron parte de su proceso de recuperación.

'La alegría más grande fue cuando lo vimos salir caminando del hospital, los médicos se admiraban de su rápido proceso de recuperación y pese a que ya no está en el hospital, seguimos en contacto con él, porque sabemos que sigue viviendo solo', explica.

Dramas

Pese a que los voluntarios pertenecen a distintas iglesias evangélicas, en este caso lo que se busca es acompañar a los que más lo necesitan en un momento tan difícil como es cuando se está hospitalizado. Sólo acceden a conversar de materias bíblicas cuando los propios pacientes lo piden, también oran por su pronta mejoría.

Hace poco tuvieron que enfrentar un caso difícil, una joven de Tocopilla, llegó hace unos poco más de cinco meses a tener su hijo en el Hospital. Después de haber dado a luz y en pleno proceso de recuperación preguntó por su hijo para amamantarlo, pero la respuesta que recibió fue 'tu hijo nació muerto'.

La situación hizo colapsar el estado sicológico de esta joven esperanzada en su embarazo y fue entonces que los voluntarios de Amor y Esperanza, la acompañaron entregándole apoyo espiritual.

'Lo más complicado, fue cuando llegó el esposo de esta joven con un pequeño ataúd para su hijo. En ese momento conseguimos con la Municipalidad de Antofagasta, un lugar para poder sepultar al niño que murió al momento de nacer', cuenta María Inés Véliz, voluntaria fundadora de la agrupación.

Sin embargo, la historia no terminó ahí, la joven mujer que llegó queriendo ser madre se recuperó de a poco, cumplió con un largo proceso de hospitalización de unos cinco meses y luego pudo volver a su casa en Tocopilla.

Ella sigue comunicando con las voluntarias y hace pocos días les contó que estaba embarazada de nuevo.

'Este es un trabajo hermoso, nos da mucho gusto el cariño que nos entregan los pacientes cuando ven que nos preocupamos por ellos y también nos damos cuenta que esto les da más ganas para salir adelante, para buscar su propia mejoría'.