Pablo Pizarro hace tres años dejó de trabajar y a pesar que su sueldo nunca fue tan alto antes podía llegar a fin de mes sin mayores apuros, aunque nunca pudo tener lujos durante los 30 años en que se desempeñó como profesional.
El mayor logro de este profesor de 67 años fue darle educación a sus dos hijos y adquirir su casa propia en el sector norte alto de la ciudad, decisión que hoy le permite tener un espacio para vivir y mantenerse con el sueldo de $210.000 que recibe cada fin de mes, menos de un tercio de lo que ganaba cuando hacía clases.
El problema, cuenta, es que ahora vive con lo justo y a veces se arrepiente de la decisión que tomó al dejar de trabajar, porque aunque antes se sentía cansado y quería retirarse, ahora simplemente no puede proyectarse y hacer otras cosas, porque no cuenta con los ingresos suficientes y sólo le alcanza para mantenerse.
El relato de este profesional grafica en gran medida la realidad de un grupo importante de la población que en su etapa de jubilación tiene que vivir con pensiones muy inferiores a los sueldos que recibían cuando eran laboralmente activos.
En los próximos 10 años más de 32.000 personas tendrán que jubilarse en la región, el 9% de la fuerza laboral que en la actualidad está afiliada a alguna de las seis administradoras de fondos de pensión (AFP).
Y aunque esta cifra pareciera estar dentro de las proyecciones normales del país, el número es aún más complejo considerando que el monto promedio de pensión en la región no supera los $170.000 analizando las últimas estadísticas de la Superintendencia de Pensiones (Sbif) con los antecedentes de los pensionados por vejez, el más representativo.
tramos
Es más, el dato regional es un 20% más alto que el promedio del país que alcanza alrededor de $130.000, al analizar el mismo tramo de jubilados (ver infografía).
Incluso las pensiones más altas pagadas en la zona no superan las 21 UF al mes (unos $500.000).
Una de las explicaciones a este problema es que cerca de 147 mil personas en la región no cotizan (45% del total de afiliados), o sea no hacen ningún tipo de aporte económico a su ahorro previsional, decisión que es reflejada en las bajas pensiones recibidas a futuro.
El director del Departamento de Estudios de la consultora previsional Felices y Forrados, Rafael Garay, explicó que es urgente aplicar cambios reales al actual sistema de AFP, como aumentar el porcentaje de cotización obligatoria y los años de trabajo, porque en la actualidad la tasa de envejecimiento es mucho más alta que antes, aunque sea una medida impopular para cualquier gobierno.
'Hay un debate que no se ha querido dar, porque es demasiado impopular, pero es una medida que requiere urgencia', dijo el economista.
Garay recalcó que también es necesario considerar que si el trabajador no ahorra cuando es laboralmente activo, no puede esperar que al momento de jubilar recibirá pensiones altas, porque el sistema no funciona así y un método de reparto, como han propuesto algunos, no es sustentable a futuro.
'El dato concreto es que hoy seis de cada 10 personas se jubilan con pensiones inferiores a los $150.000', dijo el académico de la Universidad del Desarrollo.
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El decano de la Facultad de Economía y Administración de la UCN, Fernando Álvarez, va más allá de los datos duros que muestra la problemática y advierte que en la región el tema es mucho más delicado porque el costo de vida es más alto que en el resto del país.
'Hay una preocupación, porque en la medida que la población siga llegando a su etapa de vejez con ingresos mínimos o bajos las condiciones actuales del sistema, el problema aumentará y habrá un impacto aún mayor en la calidad de vida de las personas', argumentó el profesional.
Bajo este escenario la investigadora del programa económico de Libertad y Desarrollo, Cecilia Cifuentes, recalcó que bajo el sistema actual la única solución para mejorar las expectativas a la hora de jubilarse es ahorrando, porque a juicio de la profesional, es la forma de mejorar el fondo previsional que cada trabajador tiene en su AFP y rentabilizarlo a futuro.