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El mundo andino de los aymaras y su éxodo a las ciudades

etnia. Si bien en la región son minoría, el 60% de la población de Chiu Chiu pertenece a esta comunidad que vive de la agricultura.

fotos: john yévenes

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La historia de la sociedad aymara se desenvuelve en el mundo andino. Practican la ganadería al mismo tiempo que desarrollaron una agricultura diversificada, según las condiciones locales. En Chile se estima que al año 1540 habrían habitado unos 5.500 aymaras distribuidos entre el río Lluta y el río Loa. Hoy existen comunidades aymaras repartidas por distintos lugares de Chile.

Sin embargo, algunos de ellos, según estableció Conadi, se encuentran en la zona de Chiu Chiu conviviendo entre la comunidad atacameña.

Llegaron a la provincia sin una comunidad establecida, sólo para trabajar la agricultura y tener calidad de vida, manteniendo su cultura y tradiciones. Sin embargo, la convivencia con la comunidad atacameña no les ha sido fácil, impidiéndoles mayor protagonismo en el lugar.

Situación actual

En la década del '70, se da un crecimiento exponencial de la población andina, generándose una migración como alternativa de desarrollo y mecanismo de regulación entre tierra y población indígena.

La migración aymara se realizó en forma variable según los momentos históricos y áreas de proveniencia. Durante esos años, se modificó la composición de las comunidades agrícolas, se redistribuyó la población rural regional y empieza a hacerse visible un segmento de población aymara urbana.

La vida aymara en las ciudades no sólo se reduce a procesos de adaptación y rearticulación comunitaria, sino que a una generación nacida en las ciudades, las que constituyen la mayoría de la población aymara regional.

En la actualidad, los más importantes movimientos migratorios se realizan hacia Arica, Iquique, Pozo Almonte, Antofagasta y Calama.

Trabajo

Abdón Gómez , padre de familia, se levanta temprano para poder cumplir con su labor de dueño de hogar. Trabaja duro todos los días para cultivar y cuidar el ganado y su jornada laboral culmina con éxito.

Él y su familia, al igual que el resto de las familias aymaras, llegaron en el año '67 en adelante a la localidad de Chiu-Chiu.

De esta manera, Gómez hace un recorrido preciso y puntual de la historia de su pueblo.

'Nuestra organización se basó en la estructura del Tawantinsuyu (tawa-cuatro, suyu-región), el cual se puede entender como cuatro estados o regiones unidas, una de ellas era el Qullasuyu, la cual estaba integrada por el pueblo aymara', comentó Gómez.

Para él y su familia, el establecimineto en este lugar no ha sido fácil, pues han tenido que compartir con la comunidad atacameña, que sólo les permite conformar juntas de vecinos, pero nada más allá.

'Somos unos invasivos', comentó. Y aunque no se sienten parte del lugar, aseguraron ser mayoría en el territorio de Chiu Chiu.

Alrededor de un 60% de los habitantes del poblado corresponden a aymaras, superando a los propios atacameños, quienes sí tienen conformada una comunidad.

Por su parte, Andrés Mamani, también padre de familia y agricultor, establece que a pesar de las diferencias, han sabido convivir todos juntos.

Mamani cuenta además con un pequeño negocio que le permite contar con un ingreso adicional para su familia. Sin embargo, el trabajo en la tierra sigue siendo su principal sustento económico.

'No es tan fácil vivir de la agricultura, no es un trabajo que nos permita grandes cosas, pero es parte de nuestras costumbres', comentó y agregó que todos son personas trabajadoras que se dedican a distintas cosas.

Mamani vive con su mujer e hijos, además de sus nietos. Aseguró que todos en su familia trabajan, en ferias o lo que se pueda.

'Los aymaras somos gente que no está tranquila. Estamos siempre trabajando en lo que sea', manifestó.

Historia

Chile considera a la población aymara una minoría indígena, lo cual les ha permitido acceder a préstamos especiales y a tener los fondos necesarios para una adecuada educación, como por ejemplo los colegios municipales de Ayquina y Putre.

Hoy subsisten de una precaria agricultura. Pese a que las transformaciones del aymara han afectado su vida económica y cultural (nada más que un 40% de su población hablaría su propia lengua), todavía se mantienen algunos espacios que aseguran sus tradiciones y diversos mecanismos de cohesión étnica.

Según datos entregados por Conadi Calama, estas etnias han debido saber sobrevivir con esto, porque es parte de sus tradiciones.

En la ciudad

Muchos de ellos realizan una vida completamente normal en la ciudad, el hijo de don Abdón, Edghar Gómez, trabaja y estudia en Calama, por lo que aseguró ser un completo desconocido en el trabajo que realiza su padre.

'No conozco en detalle el trabajo que mi padre desarrolla, él trabaja en la agricultura desde hace años y gracias a ella vivimos' , mencionó.

Debido al empobrecimiento de las comunidades aymaras del interior, actualmente se puede encontrar una predominante población urbana, la que ha logrado recrear una identidad propia en un difícil tránsito a la modernidad.

Los procesos de desmantelamiento de la sociedad aymara ha hecho que las ciudades como Arica, Iquique y Calama se hayan convertido en el destino de esos jóvenes encuentran o mejor dicho, creen encontrar en la urbe, su destino.

'Llegamos el año 1967 a la localidad de Chiu-Chiu, con mi familia fuimos una de las primeras en formar un hogar en este lugar, aunque muchas veces nos sentimos como invasores de un espacio que no es nuestro'.

'Muchas de estas personas inmigraron y se establecieron en distintos lugares, hoy algunas lo hacen en Chiu-Chiu y sobreviven principalmente del trabajo de la agricultura'.

'El centésimo mono'

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Hace algunos años, un grupo de científicos se dedicó a observar a los monos que habitaban la isla de Koshima cercana a Japón. Los primates solían comer papas dulces arrancadas del suelo, obviamente sucias y llenas de polvo.

Un día los científicos notaron que unos pocos monos comenzaron a lavar las papas antes de ingerirlas, acción que fue prontamente imitada por otros macacos. Con el correr del tiempo, más y más monos de Koshima fueron adoptando este nuevo comportamiento, hasta que un número crítico de primates (100) adquirió la conducta.

En ese momento algo muy curioso sucedió, ya que -según las observaciones de los investigadores- a partir de entonces todos los monos de la isla comenzaron a lavar las papas antes de comerlas.

Aunque está algo cuestionada la veracidad de esta historia y es considerada más bien sólo como una leyenda, nos sirve para graficar de una forma bastante clara el concepto de masa crítica. Según Wikipedia, masa crítica es en física 'la cantidad mínima de material necesaria para que se mantenga una reacción nuclear en cadena'.

El mismo concepto, pero ahora aplicado a la sociología y según la misma fuente, alude a 'una cantidad mínima de personas necesarias para que un fenómeno concreto tenga lugar. Así, el fenómeno adquiere una dinámica propia que le permite sostenerse y crecer'.

De acuerdo a esta idea, para generar cambios en cualquier sistema (social, organizacional e incluso individual), un número determinado de componentes de dicho sistema (masa crítica) debe internalizar y expresar esos cambios, para que el sistema completo cambie.

La pregunta entonces es ¿existe alguna fórmula para establecer el porcentaje de individuos que constituye la masa crítica de un sistema? Hay quienes señalan que esta ecuación sería la raíz cuadrada del 1% de la población, teoría que se conoce como el 'Efecto Maharishi'.

Sin embargo, más allá de fórmulas matemáticas que en realidad nadie ha comprobado verazmente que funcionen, lo interesante de este concepto es que permite visualizar el proceso de cambio -que muchas veces parece algo titánico y difícil de alcanzar- como un desafío mucho más tangible y factible de lograr.

En otras palabras y resumiendo: para que un sistema cambie o -como dicen algunos- eleve su nivel de conciencia, basta que unos pocos integrantes lo hagan y cuando alcancen la masa crítica, el sistema en su totalidad experimentará un salto evolutivo. Igual como sucedió con el centésimo mono. Y eso, creo yo, es una excelente noticia.

Marcela Munita Solé

marcemunita.blogspot.com