Campeón mundial en desigualdad
Pablo Valenzuela Castillo
En 2000, José Bengoa postulaba que uno de los sentimientos con mayor capacidad destructiva en una sociedad era la desigualdad. Que los individuos son diferentes por naturaleza, pero no por naturaleza desiguales. Tristemente, hoy esa realidad no ha cambiado y la brecha social aumenta. Los espacios donde las personas comparten en igualdad de condiciones ya no existen. La segregación destruye esperanzas, sueños y hogares.
Esta desesperanza la vemos a diario cuando cientos de voluntarios tratan de romper con la exclusión que ha cimentado la sociedad chilena. Se apuesta por un mundo distinto. Por un sistema educativo diferente. La solución está en el fortalecimiento de la educación pública y en la integración social de las sala de clases. Pero, ¿cómo lograrlo si las aulas son un verdadero reflejo de la sociedad?
Para los campamentos el problema principal no es el financiamiento, sino la exclusión y segregación. Pues la discusión del qué supera al cómo. En sus hogares se tiene que decidir qué hacer, antes de cómo pagar.
Ellos son los que el sistema los obliga a aceptar trabajos informales y jornadas extenuantes. Los que les cuesta capacitarse porque nunca terminaron cuarto medio. Los que la vulnerabilidad educacional a la que están expuestos termina socavando su trabajo. Ellos, los olvidados del sistema, tienen mucho que decir.
Falta denunciar muchas injusticias. Incidir explícitamente en la esfera política. Golpear la mesa más fuerte. Pero, jugamos en la cancha que trata de combatir la precariedad con lo que mejor sabe hacer: romper con un Chile segregado, un sistema educativo excluyente y compartiendo con personas que el mismo sistema impide que compartan.
Las reformas permiten avanzar. Sin embargo, debemos ser capaces de escuchar. De incluir a los campamentos y saber sus problemáticas. Desafío arduo, si no hay voluntad para incluir a la sociedad en la formulación de políticas públicas. Si no hay voluntad para cambiar la manera que se hacen las reformas. Si no hay voluntad para convocar a los movimientos sociales por las causas de los más segregados.
En consecuencia, si no somos capaces de tener la voluntad de incluir a los campamentos en esta toma de decisiones, siempre ganaremos el mundial de los más desiguales del mundo.