Ataque a la riqueza
José Miguel Serrano
Con demasiada frecuencia, se escucha que Chile está entre las naciones más desiguales del mundo, donde el 1% - es decir la élite -, es dueña de más del 30% de toda la riqueza nacional. Se repite también, sin mucho fundamento empírico, que unas pocas familias ricas y acomodadas estarían cerca de monopolizar las industrias más importantes.
Se va instalando de esta manera la idea de una concentración brutal de la riqueza, donde unos pocos individuos 'avaros' acaparan los beneficios del progreso, dejando muy pocas oportunidades para la clase media y los trabajadores chilenos. Esta percepción, de una nación tan desigual, es difundida tanto desde el mundo de la política, como del académico, profesional, estudiantil, sindical, religioso, e incluso por algunos gremios profesionales. El obispo de Aysén, monseñor Luis Infanti, culpó a los legisladores por dicha situación, aseverando que 'el problema no es la gente que compra, sino quienes permiten que ellos sigan comprando cada vez más cosas y que así el país sea propiedad de unas pocas familias'.
Lo que se advierte aquí es la intención de instalar un nuevo paradigma de peligrosas consecuencias, que puede llegar - en sus extremos -, a inhibir las ganas de hacer cosas y la libertad de emprender, cohibiendo social y políticamente a las personas. Pero los que vivimos y trabajamos en el mundo real, comprendemos que Chile no es como algunos tratan de pintarlo, una suerte de caricatura del Infierno de Dante. En esta campaña contra la riqueza que ahora podemos visualizar, se aloja la sospecha de que toda acumulación de valor económico tiene que ser 'mal habida', o a lo menos con algún grado de aprovechamiento ilícito. Y esta concepción se encarga de ir carcomiendo los cimientos sobre los cuales se sustenta el andamiaje de nuestro país.
¿Por qué, se preguntarán muchos? La respuesta es simple: si llagamos a desconfiar de todo individuo que a través de su esfuerzo personal logra construir un negocio, una empresa, un emprendimiento - de cualquier tipo o tamaño -, haciéndolo crecer y agregándole valor; si a ese individuo se le sindica como un acaparador de riqueza, por el mero hecho de haber triunfado en la vida, entonces estaremos cercenando un principio fundamental y absolutamente necesario para toda acción humana. La libertad de emprender, de hacer cosas positivas, de atreverse a tomar riesgos, de crear valor para uno mismo, para la familia y la sociedad toda.