Tras la dramática eliminación de Chile de la Copa del Mundo, la Selección ha retornado dejando una estela de admiración foránea y de conformidad interna. Ya no se habla de presentaciones decorosas, ni derrotas honrosas, ni victorias morales. Más bien se escuchan palabras de admiración, de respeto y confianza respecto del futuro de nuestro fútbol.
Sin duda que tenemos un capital que explotar y proyectarlo hacia mejores resultados, siempre y cuando sepamos capitalizarlo.
Buena parte de la afición tiende a pensar que lo alcanzado por el país en los dos últimos torneos mundiales, se debió exclusivamente a la virtuosa conjunción de jugadores de excepción con que contamos. Sin restarle mérito a esta componente, soy de los que piensa que los artífices de estas campañas han sido los técnicos a cargo de ellas, complementados, eso sí, por jugadores que han sabido interpretar un libreto, agregándole la dosis de talento que toda gran obra requiere.
El papel de los técnicos es fácil comprobarlo, pues Borghi con los mismos jugadores que utilizó Sampaoli nos llevaba a una inminente eliminación en las últimas clasificatorias.
Ahora se debe pensar en lo que viene y lo más próximo es la Copa América del próximo año. Este torneo jamás lo hemos ganado, se juega en nuestro país y se presenta como una estupenda oportunidad para continuar con el giro de mentalidad que ha venido mostrando la roja de todos. Pero no tan solo debemos prepararnos para dicha copa.
Nuestra aspiración como país futbolero debe orientarse a continuar afianzando las bases estructurales, en pos de consolidar el cambio que ha evidenciado nuestro balompié.
Sampaoli ha anunciado que se queda a cargo de la selección hasta la Copa América del 2015. Muy probablemente, si esto se cumple, el técnico una vez terminado dicho torneo emigrará del país. Lo anterior otorga a los directivos de la ANFP un plazo precioso para, desde ya, comenzar a planificar su reemplazo y no esperar a última hora para especular con nombres que, muy probablemente ni siquiera profesan la línea futbolística que ha exhibido Chile en los últimos tiempos.
No es la hora de improvisar, muy por el contrario, la continuidad debe prevalecer. Se requiere una sandía calada, un clon de Bielsa o Sampaoli y este último podría perfectamente contribuir a ubicarlo.