El ejemplo posible: Liceos Bicentenario
Cuando se discute el futuro de la educación, y en especial de la enseñanza pública, es necesario revisar el fenómeno de los Liceos Bicentenario. Los 60 establecimientos no fueron concebidos como la única fórmula para mejorar la educación del país y tampoco deben ahora serlo, ya que sería un error imponer ese modelo a todos. Se vulneraría así la libertad para escoger un proyecto, y se pasarían por alto las particularidades de cada comunidad educativa.
Estos Liceos Bicentenario -en nuestra ciudad presente con el Andrés Sabella- nacieron como un proyecto del pasado gobierno, y generaron una fuerte polémica y críticas. Sin embargo, en pocos años han podido revelar que la iniciativa estaba bien encaminada. Queda en evidencia objetiva que es el aula lo que mejora la calidad de la educación y que se pueden lograr resultados de aprendizaje en períodos relativamente rápidos y sin que necesariamente haya selección de alumnos. La existencia de un proyecto educacional bien definido, de directivos y profesores con vocación, la participación de los padres y apoderados, más el apoyo técnico adicional desde el Ministerio en materia de formación docente, son las claves.
Los Liceos Bicentenario tienen la ventaja de ser una experiencia gradual, desde la cual se pueden obtener enseñanzas para el resto del sistema educativo. El gobierno pretende iniciar la más profunda reforma educacional de los últimos 50 años y responder a la necesidad de dar un salto en la calidad del aprendizaje. Pero el debate por parte del Gobierno se ha enfocado más bien a la propiedad de los establecimientos, en el lucro y en el traspaso y compra de los inmuebles cuando los sostenedores son particulares que reciben subvención estatal. En cambio, se pone en un lugar secundario lo que ocurre en la sala de clases y en el colegio como comunidad educativa.
Tampoco se aborda el problema que existe con la educación pública, que pierde matrícula en forma sostenida. Hay que preguntarse por qué sucede aquello. Obviamente que hay un problema de la calidad de la educación pública.
Por ello, la experiencia alcanzada por los Bicentenario es digna de tomarse en cuenta y a lo mejor sirva para reenfocar el debate.