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Algo está cambiando

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Imposible no hablar de fútbol. Estamos todos extasiados con lo que ha realizado la selección nacional en esta primera parte del Mundial de Brasil 2014. Aunque perdiera con Holanda, porque por primera vez nos olvidamos de la calculadora para pasar a la segunda ronda del mundial. Lo cual, tiendo a pensar, es un indicio de que algo está cambiando.

Y para que algo cambiara dentro de la cancha, algo tuvo que cambiar dentro de la cabeza. Son muchos los que hace rato tienen el diagnóstico claro: el gran problema del chileno es un problema de mentalidad, lo que se refleja en todo lo que hacemos. Y el fútbol no es la excepción. Es más, este popular deporte se presta como la metáfora perfecta para graficar la manera de pensar de quienes nacimos en esta larga y angosta faja de tierra.

Lo que habitualmente sucedía es que al salir al campo de juego todo andaba más o menos aceptable… hasta que llegábamos al área chica: costaba meter el gol, no éramos capaces de finiquitar. Por alguna misteriosa razón la intención no podía convertirse en un resultado concreto. La victoria no se materializaba.

Es tercera vez consecutiva que nos toca jugar con Brasil en octavos de final. Y tiendo a pensar que no es casualidad. Es más bien causalidad. En este Universo donde todo ocurre por una causa o por una intrincada cadena de causas, algo nos está diciendo la vida con esta insistencia de ponernos al Pentacampeón en el camino... ¿Cuál es la lección que porfiadamente no logramos aprender y que debemos repetir una y otra vez? Tenemos esta nueva oportunidad de pasar el examen… Perdámosle el miedo al Cuco, porque en verdad el Cuco no existe.

La tercera es la vencida. Abramos la puerta con otra llave… la llave de la confianza en nosotros mismos. Y creo que nuestros jugadores tienen esa llave, porque en este Campeonato Mundial han cristalizado con su actitud lo que hacía rato queríamos pero no lográbamos: concretar, finiquitar, convertir en realidad nuestra intensión. Y ya no estoy hablando de fútbol. Todos creamos nuestra realidad, todos estamos en la cancha, todos somos jugadores, a todos nos llega la pelota y todos alguna vez llegamos al área chica donde ni las excusas ni los errores valen. Lo único que vale es meter el gol.

Algo está cambiando, insisto, porque a la cancha entramos cantando nuestro Himno Nacional a voz en cuello, contagiando a todos los que se quieran contagiar; motivándonos unos a otros; tirándonos 'pa'rriba', no 'pa´bajo', como solíamos hacerlo. Y lo más importante, estamos entrando a la cancha no sólo sintiéndonos ganadores… sino SIENDO ganadores de verdad. Estoy segura que hoy le ganamos a Brasil… ¡Vamos chilenos!

Desde el campo de España llegó para investigar en el desierto

forjadores. Elisa Alonso dejó su natal Soria para emprender una gran aventura. Vino a Antofagasta para estudiar la energía solar.

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Llegó de una provincia del centro de España que se llama Soria, y que no es muy conocida, porque es una de las menos habitadas del país.

Hay pocos habitantes porque en la década del 70', muchos residentes emigraron a la ciudad, dejando sus actividades de ganadores y agricultores.

Elisa Alonso Romero es una joven que le dobló la mano al destino y salió de su pueblo para recorrer el mundo, para especializarse. Se siente agradecida del apoyo que siempre ha tenido de parte de su familia, de la fuerza que ha recibido de sus padres, que trabajaron duro en la vida para poder darle posibilidades a fin de que siguiera estudios superiores.

Recuerda a sus abuelos paternos Heraclio Alonso y Expedita Cervero, siempre afanados en sus actividades en el campo. Ellos tuvieron tres hijos, Federico (padre de Elisa), Pilar e Isabel. Ambas se fueron a la ciudad siendo adolescentes para trabajar en una casa.

Federico trabajó en el campo y siendo un poco mayor se empleó en una fábrica como obrero. Iba en moto a trabajar al pueblo que quedaba cerca de Soria.

'Mis padres son del mismo pueblo, se conocieron siendo muy niños y se quedaron en el pueblo también. Mi madre Laurentina Romero era de allí y las familias se conocían. Su madre Elisa falleció cuando ella era una niña, entonces de cierta forma tuvo que asumir responsabilidades de dueña de casa, ya que estaba su hermano Isaac que era más pequeño, y el abuelo Cristino', recordó.

Como hija mayor asumió un rol, pero le habría gustado mucho estudiar, seguir una carrera. Siendo pequeña las maestras le decían que tenía mucha capacidad, pero finalmente se quedó en el pueblo. Se casó con Federico y se quedaron a vivir en la casa paterna.

Federico y Laurentina tuvieron dos hijos, Raúl y Elisa, y siguieron su vida como agricultores y ganaderos. Sin embargo, Elisa se destacaba en los estudios, por lo que estuvo en una escuela rural para cursar parte de su enseñanza básica.

En los cursos superiores debió trasladarse a una ciudad vecina, la capital de la provincia. Iba y venía diariamente en transporte público.

Cuando tenía 16 años sus padres decidieron enviarla a estudiar a Valladolid. Allí vivían familiares de su abuela Elisa, eran seis tíos que asumieron el rol protector. 'Mi madre y mi tío siempre han tenido una estrecha relación con los tíos abuelos, que fueron como abuelos para nosotros, por su calidez. Estuve viviendo con dos de las tías solteras, las tías abuelas', confidenció.

Al empezar la universidad, Elisa se trasladó a Salamanca. 'He vivido en un montón de sitios. Me puse a estudiar ingeniería química. Siempre me había gustado la ciencia, entonces cuando llegó el momento de ir a la universidad, opté por esa carrera. Mis padres siempre me dejaron claro que querían que estudiara, ya que ellos no pudieron hacerlo', dijo.

Luego de egresar tras seis años de estudios, comenzó a trabajar en algunas empresas. Estuvo en Zaragoza algún tiempo, regresó a Salamanca para trabajar en la universidad y después se fue a Madrid.

Estuvo en un par de empresas, pero siempre le había interesado el tema de la energía solar. Su interés comenzó estando en la universidad. El 2008 empezó a trabajar en una empresa que se especializaba en proyectos solares. Pero al año siguiente la crisis afectó fuertemente a España, por lo que ella decidió emigrar. Además no había mayor profundidad en las investigaciones, siempre eran proyectos parecidos. Se dio a la tarea de indagar sobre otras opciones para hacer un doctorado en energía solar.

En esa búsqueda encontró la posibilidad de viajar a Chile. Quería innovar, tener más recursos para potenciar sus investigaciones. 'En la empresa donde trabajaba se exigía que los profesionales tuvieran experiencia en otros países. Tenía claro que debía irme a otros sitios, adquirir experiencia. Terminé la tesis y valoré opciones y centros de investigaciones en el área de la energía solar', precisó.

Valoró Australia, Alemania y Chile. Acá había muchas posibilidades porque se está creciendo en el tema de la energía solar.

'Me vine junto a mi novio Alessandro Gallo, que también se está especializando en esta área. Llegamos al Centro de Desarrollo Energético de la UA. Se está empezando y la opción de formar parte de este equipo nos llena de fuerza, es un reto', dijo.

Se mostró feliz de estar en Antofagasta, ciudad que encuentra interesante por el contraste de los cerros y el mar. A pesar de la distancia mantiene permanente contacto con su familia, que se sienten orgullosos de que ella haya llegado tan lejos.