Los días que no hay Teletón
Las 27 horas de amor de la Teletón han marcado la historia de Chile durante los últimos 36 años. Desde 1978, el país entra por un puñado de días en un estado de solidaridad que permite comprender la realidad y el drama de los discapacitados. Los avances, por cierto, son innumerables gracias a un cambio cultural que podemos verlo en forma empírica en accesos obligatorios y espacios exclusivos, entre muchas acciones en favor de los más de cuatro mil antofagastinos que presentan algún grado de disminución física.
A ello se suma la invaluable labor del Centro de Rehabilitación de la ciudad que hace posible milagros de superación y esfuerzo personal. Aquí hay toda una red asistencial que muestra resultados significativos para comprender que somos un país que avanza en la inclusión.
Sin embargo, aún queda mucho camino por recorrer. A veces nos olvidamos del verdadero significado de esta cruzada de amor, para mirar de reojo el tema con actitudes que poco ayudan a la integración.
Un problema recurrente que enfrentan diariamente los discapacitados es movilizarse a diferentes puntos de la ciudad, donde muchas veces esto queda sujeto sólo a la buena voluntad de los conductores de la locomoción colectiva.
¿Más ejemplos? Varios. Están los vehículos estacionados sobre las aceras que impiden el paso de personas en silla de ruedas, el no respeto de los aparcaderos para discapacitados y los ya clásicos asientos 'fantasmas' destinados en los taxibuses, en que la mayoría de los pasajeros no se da ni siquiera por enterado de cuál es su objetivo.
La realidad es que muchas veces el discurso queda aferrado más a las buenas intenciones que a la acción. Lamentablemente, para estas personas las excusas no sirven de nada para mejorar su calidad de vida. No pueden ser ciudadanos de segunda clase.
La Teletón es un concepto que va mucho más allá de las 27 horas, es una cruzada durante todos los días del año que tiene en su ADN el respeto e incorporación de los discapacitados a un mundo que les pertenece y donde tienen mucho que aportar.