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Desde España, los Marzo y su pasión por el desierto y el sol

forjadores. Profesional llegó a la zona para estudiar e investigar las energías. Recuerda con nostalgia a su familia que vive en Almería, su niñez y a sus esforzados abuelos.

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Tiene una historia de esfuerzo, sacrificio y también un poco de aventura. Aitor Marzo Rosa nació en Almería, que está al sur de España en Andalucía, pero siendo pequeño se trasladó con su familia a vivir a Vitoria-Gasteiz, la capital del País Vasco.

Posteriormente, se fue a las Islas Canarias para cursar estudios superiores.

Llegó a Antofagasta para integrarse al Centro de Desarrollo Energético y al Plan de Mejoramiento institucional en Energías Renovables no Convencionales, PMI (Convenio por Desempeño) de la Universidad de Antofagasta.

Aitor realizó su doctorado en la Plataforma Solar de Almería, España. Su campo de investigación es la radiometría y la solarimetría. En la UA, junto con asesorar a las diversas investigaciones que desarrolla el CDEA, también aportará a la generación de nuevos proyectos.

nostalgia

Recuerda con nostalgia a su familia. Sus abuelos paternos fueron José María Marzo y Fina Redondo, ellos vivían en Lodosa, un pueblo que se ubica al sur de Navarra. Se dedicaban a tareas de campos. 'Mi abuelo tenía un pequeño huerto, donde cultivaba pimientos y espárragos. Eso le permitía autogenerar recursos ya que vendían los productos en una cooperativa que había allí', precisó.

De esa unión nacieron José Vicente (padre de Aitor), Fina, Teresa y Miguel Angel. En el pueblo siguen viviendo Fina y Miguel Angel, mientras que Teresa vive en un pueblo cercano. José Vicente está en Almería.

Oficios

Los abuelos maternos eran Adela y Juan. El abuelo se dedicaba a muchos oficios, fue inmigrante, ya que estuvo trabajando en Alemania muchos años a fin de ganarse la vida.

Se dedicó a los cortijos en Andalucía, algo relacionado con la agricultura, con la ganadería. Junto a la familia se trasladó por diversas ciudades de España.

Fue una persona que tuvo que esforzarse mucho para ganarse la vida. Trabajó en diversos lugares e incluso debió estar separado de su familia por bastante tiempo.

'Mi padre tuvo por suerte una formación académica bastante buena. Estudió en un colegio jesuita y luego se fue a la universidad. Tuvo estudios en Ciencias y posteriormente se licenció en Historia. Realizó su servicio militar obligatorio en Almería y después comenzó a trabajar en Michelin, la empresa de neumáticos. Allí fue cuando conoció a mi madre Lourdes Rosa', comentó.

Hijos

Se quedaron a vivir en Almería. Allí nacieron Iñaki y Aitor. Cuando Aitor tenía 7 años, se trasladaron a Vitoria-Gasteiz.

'Recuerdo a mi padre como un hombre muy trabajador, a veces se le echaba de menos en casa. Mi madre se dedicaba a las labores de casa, estuvo una temporada trabajando y estudiando, pero al final se dedicó al cuidado de los hijos y de la casa', sostuvo.

Recuerdos

Su infancia la recuerda con mucha alegría. Tuvo una niñez buena, porque se crió en Vitoria, una ciudad muy bonita, llena de parques y de zonas peatonales. Recuerda estar jugando siempre con sus vecinos y amigos.

Desde pequeño quería estudiar astronomía. 'Al final llegué a la universidad y decidí estudiar Física, porque era lo que más me gustaba. Estudié Astrofísica, la especialidad. Elegí lo que quería ser de pequeño', añadió.

Cuando terminó los estudios universitarios, comenzó a hacer un doctorado en Energía Solar (Plataforma Solar Almería), que es un centro con mucho reconocimiento a nivel internacional.

Luego terminó el doctorado y surgió la posibilidad de llegar a Antofagasta.

'La verdad es que hoy en día, Chile y Antofagasta son privilegiadas en el campo de la energía solar. El gobierno saliente y el actual comprometieron apoyo para esta área, pensando en que este país no tiene recursos naturales. Me parece una decisión correcta', acotó.

Energía

Sostuvo que la energía que se recibe es gratuita y muy limpia, y por eso hay que aprovechar estas instancias.

Actualmente Aitor está redactando proyectos para enviarlos a concursos de fondos. Hizo una mirada sobre el cambio que ha experimentado su vida al llegar a Antofagasta. A su entender el choque cultural no ha sido tan drástico, porque él vivió siete años en las Islas Canarias, un puente de unión cultural con Sudamérica.

El tipo de arquitectura que predomina en Canarias es el colonial. 'También está el tema de los acentos. No he tenido problemas para comunicarme, porque sólo hay palabras diferentes. En España también hay mucha diversidad de acentos. Lo que sí me ha causado impacto es el desierto. Mis últimos años estuve en Almería, que es una zona más desértica, pero aquello es más bien una selva comparado con esta zona. Cuando me bajé del avión y miré las montañas, dije pero qué es esto, parece la luna, no hay nada verde. Eso me sorprendió bastante, pero tiene su encanto', confidenció.

Durante tres años deberá permanecer en Antofagasta haciendo su trabajo de investigación y aprendizaje. Llegó muy entusiasmado porque siempre le había llamado la atención Sudamérica. Quiere conocer la Patagonia.

Estando acá le ha llamado la atención lo bien que se come en los restaurantes.

Cocina

A su juicio, tal vez la cocina no es tan elaborada como la española, pero la materia prima es muy buena, en especial las carnes, que es sobresaliente, a diferencia de lo que encontraba en España.

También le sorprendió lo caro que le resulta vivir en esta ciudad. 'Me llama también la atención los cables que están por todas partes, no me molesta, pero cuando llegué fue algo que me impactó', dijo. Al arribar alojó en un hostal, donde fue muy bien recibido. 'La gente aquí es increíble, he tenido una atención muy buena, he hecho amigos. Pero me llama la atención el mal estado de las aceras, a diferencia de Santiago donde todo está bien. Antofagasta es la capital minera de Chile y debe estar mejor', puntualizó el profesional.

Una anécdota. Cuando estaba buscando donde alojar, rompió su maleta debido al mal estado de las veredas. Iba de un lugar a otro hasta que se rompió. Pero sumando y restando, se siente grato viviendo y aprendiendo en el desierto más árido del mundo.

Mantiene permanente contacto con su familia, y en especial con su novia Daphne, que vive en España, pero que tiene contemplado arribar a la zona para acompañar a Aitor en su nueva aventura.