Que la Región de Antofagasta entrega mucho al país y recibe poco del sector público es una verdad difícil de refutar.

Chile, uno de los países más centralizados del planeta, tiene a nuestra zona como la principal perjudicada de este modelo.

Pero ciertamente con responsabilidades locales. Hay falta o mantención de proyectos de desarrollo, mayor claridad en los pedidos y exposición de las necesidades.

De acuerdo a las lecturas, el problema es que la potente inversión privada está gatillando una pérdida de calidad de vida por la ausencia del esperado desembolso del sector público.

Aquí faltan viviendas, mejorar la salud, la educación y la recreación, aspectos que en Santiago no parecen tener la visibilidad suficiente.