Soy una convencida, que no existe nada más hermoso que el arte de gobernar, y por supuesto, cuando digo gobernar me refiero a entregarle a nuestra ciudad todas las herramientas necesarias para que cada habitante se desarrolle plenamente en el lugar donde vive, y algo muy importante es sentirse seguro de los gobernantes con quienes cuentan en el momento de necesitar o proponer ideas para una mejor calidad de vida.

Desde los inicios, Antofagasta ha sido la gran matriz de pujantes inversiones económicas manejadas por algunos grandes privados y las riquezas de nuestro inmenso desierto recibe a todos quienes quieran surgir y entregar mayor comodidad a sus familias, sin discriminaciones.

Sin embargo, al comparar el crecimiento económico versus la calidad de vida de quienes vivimos en el norte, nos damos cuenta que estamos hipotecando a nuestros hijos y nietos un futuro desalentador por culpa de la contaminación manipulada por estos grandes molinos de vientos, que aprietan sus brazos hasta no dejar espacio u oportunidad de alternativas. Mientras, políticamente van amparando sus necesidades, en este contexto es lamentable que muchos ciudadanos compartan el pensamiento de que la política es gobernada por la economía.

En la cuenta pública de la Presidenta, extrañé que no incluyera a Antofagasta, como región y comuna, dentro de sus acciones prioritarias. El nivel central, nos ha dejado fuera del plan de descontaminación 2014-2018. Sin embargo, si está dentro de sus primeras 50 obras la agilización de estudios para un tren urbano en nuestra ciudad.

En su visita por la ciudad, también le pedí personalmente a la mandataria que nos echara una manito con la vigilancia permanente de carabineros en los sectores aledaños del vertedero, para evitar las quemas que afectan a nuestros vecinos del sector norte. Espero que pronto el Gobierno Regional nos ayude a implementar esta medida que les entregará mayor beneficio y seguridad.

Incomprendidas y hasta atrevidas por entrometerme en terreno de 'grandes', han sido para muchos las demandas que he exigido, en materia medioambiental y seguridad, a las empresas y autoridades para el bienestar de nuestra población. Pero mi propósito, no es otro que invitar a trabajar en conjunto y que entendamos que la política lograría recuperar la credibilidad perdida .

En su cuenta pública del miércoles al país y al Congreso Nacional, la Presidenta Michelle Bachelet defendió lo que ha calificado como profundas reformas educativa, tributaria y constitucional, mientras en sectores opositores surgen dudas respecto de las consecuencias que se podrían derivar de esas iniciativas.

'Durante mi gobierno haremos estas transformaciones y lo haremos con gobernabilidad, paz social, de manera democrática y transparente', ha prometido la Mandataria, tratando de despejar las interrogantes. Sin duda, que el mayor énfasis de su cuenta lo puso para defender la reforma a la educación, con la que busca disminuir la desigualdad, recordando que envió al Congreso un primer paquete de leyes para acabar con la selección, el lucro y el cofinanciamiento en los colegios particulares subvencionadas.

La Presidenta también ha reivindicado la reforma tributaria con la que espera recaudar 8.200 millones de dólares para financiar el cambio del sistema educativo, mientras sectores de la clase media temen que podrían verse tocados por estas medidas, y el empresariado ha planteado que se podrían ver amenazados el crecimiento y la inversión, en momentos en que la economía muestra signos claros de desaceleración.

Pero tal vez ha sido la proposición de despenalizar el aborto en los casos de violación, riesgo de la madre o inviabilidad del feto una de las iniciativas que generará mucha polémica y que se enfrentará a la oposición de la Iglesia y sectores que ven esto como un primer paso para terminar legalizando el aborto en general.

Es evidente que respecto de estas medidas hay varias visiones y cuando se escucha a los parlamentarios realizar análisis de estos proyectos queda la impresión de que hablaran de dos países distintos.

La ciudadanía requiere que sus líderes políticos muestren una disposición a aceptar que, no obstante que se eligió a un nuevo gobierno, la soberbia para imponerse en temas tan sensibles no es aconsejable. Parecía que Chile había superado el síndrome de jugarse el país al todo o nada en cada elección, mas, al parecer, las cosas están puestas de ese modo.