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Don Orione hace 'milagros' por agobiante falta de dinero

Ingresos. Ancianos y niños necesitan con urgencia ayuda económica para su alimentación y tratamientos.

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Parece increíble que tras la imagen del ratón Mickey y su amiga Minie, que reciben a todos los que llegan al Hogar Don Orione, se esconda tanto dolor y necesidad.

Así es la realidad que se vive en los pasillos de esta institución, impulsada por las Pequeñas Hermanas de la Caridad, que hace un verdadero 'milagro' económico para que sus recursos alcancen, con una pesada mochila de más de 10 millones de pesos que deben cubrir cada mes.

El hogar hoy tiene 56 residentes, de los cuales el 70% corresponden a niños con deficiencias mentales y físicas, mientras que la diferencia corresponden a ancianos, que sufren principalmente enfermedades degenerativas en etapas avanzadas.

La palabra abandono es común a todas las persona que viven aquí, que reciben el cariño principalmente de los 25 funcionarios que los atienden durante todo el día, en tres turnos rotativos.

Sólo basta ingresar a las primeras habitaciones para darse cuenta lo que significa esta obra. En esta pieza hay tres niños con graves deficiencias mentales, que se mantienen bajo cuidados especiales, incluso una de ellas de sólo seis años, debe estar conectada todo el día a un equipo de respiración artificial.

Esta pequeña con microcefálea fue enviada al hogar por una orden del Tribunal de Familia, porque su padre la abandonó y su mamá tiene graves problemas con el consumo de drogas.

Cuando uno se acerca a su cama, parece querer conectarse con uno, como si pidiera que le hicieran cariño, sin saber todo el sacrificio que se hace para mantenerla.

La falta de dinero hace que todo el día se deba estar tomando decisiones para cumplir con las necesidades de los asistidos, especialmente en alimentos.

Los ingresos fijos del hogar, alcanzan a cubrir el 40% de los recursos necesarios, mientras que el resto se obtiene de donaciones que hay que pedir mes a mes.

Jonathan Vergara, es voluntario desde el 2003 y ayuda en la administración de la institución. Cuenta que muchas veces hay medicamentos claves para algunas patologías, que simplemente se acaban.

'No siempre podemos comprar la leche que se necesita, porque no nos alcanza y tenemos que buscar alternativas. Hay muchos gastos fijos que no podemos dejar de pagar y estamos obligados a salir a la calle para pedir aportes', cuenta.

Gran parte de los niños presenta severos grados de desnutrición, principalmente porque no están en condiciones de recibir comida en forma directa, por lo que deben recurrir a alimentación por sonda.

Antiguamente, la institución recibía ayuda de los colegios, pero cada año ha ido mermando este aporte y cuando revisan las cuentas del mes tienen que tomar la decisión respecto de qué se compra y qué se deja pendiente.

De igual forma, hasta el 2004 el hogar recibía un aporte directo del municipio que ayudaba a la mantención, pero en la medida que han cambiado las administraciones, los aportes han disminuidos en un 30%.

Cada mes la institución requiere de más tres mil pañales para todos los requerimientos de los niños y adultos mayores. Su uso se trata de optimizar lo más posible, no cambiando a cada rato a los usuarios y esto hace que la tarea se haga cuesta arriba durante todo el día.

El edificio que alberga esta institución data del 1994 y se obtuvo gracias a una donación internacional, que permitió instalarlo en un terreno que le pertenece al arzobispado.

Sin embargo, pese a la construcción de ampliaciones y que ahora la empresa Barrick Zaldivar está instalando un techo para el patio, también es necesario hacer reparaciones.

Por ejemplo, con las últimas lluvias, algunas salas sufrieron goteras y obligó a buscar refugio para algunos pacientes.

Tres personas trabajan en la cocina central, preparando los alimentos y como pueden se las arreglan para hacer las compras de fruta y verduras en la Vega, donde muchos comerciantes también hacen su aporte.

Para quienes deseen ayudar, lo pueden hacer en la cuenta E-0151300-01 del Banco Security RUT 70.081.300-2, a nombre de Hogar Don Orione o llamar al 2230245.

'Héroes (y heroínas)'

Marcela Munita Solé

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A propósito del 21 de mayo, de Arturo Prat y del Combate Naval de Iquique, hay una palabra que entre tanta conmemoración y discurso se me ha quedado dando vueltas en la cabeza: 'héroe'. Y entonces he pensado que esta es una hermosa palabra, llena de potencia, de fuerza, de orgullo, de vitalidad. Ser héroe o heroína es una cualidad que erróneamente reservamos para catalogar a los protagonistas de los magnos acontecimientos, de las grandes contiendas, de las acciones emblemáticas, olvidándonos que los actos más heroicos son quizá los más silenciosos, los más anónimos y los más íntimos.

Todos a nivel personal estamos rodeados de héroes. Yo conozco a varios: hay una que canta mientras cocina; otra que cose bien bonito; otro que lee mucho y que tiene respuesta para todo. Por ahí hay una que plancha camisas de forma impecable, como ninguna; otro que tiene dedos verdes; otro que es bueno para los negocios; otro que corre ultramaratones; otro que es seco para las matemáticas; otra que no le tiene miedo al ridículo; una que hace mosaicos; otro que estudia inglés como condenado y otra que sonríe siempre aunque esconde una gran pena en el corazón.

Quizá sería bueno empezar a reconocer también a todos esos héroes y heroínas a los que no les hacen estatuas, ni les pintan cuadros, ni salen en los billetes, pero que son héroes igual porque tienen que ver con las pequeñas batallas del día a día, con esas cruzadas que se dan en lo cotidiano, con aquellos logros aparentemente minúsculos, pero que al mirarlos en perspectiva, se convierten en las grandes hazañas que van construyendo vidas y forjando destinos.

Mis héroes personales son todos aquellos me han enseñado lo que yo no sabía, los que me han hecho ser mejor persona y que me han mostrado el camino. Son los que se sobreponen a la adversidad, los que dan la pelea, los que miran a los ojos, los que se levantan aunque ya no den más. Para mí un héroe (o heroína) es el que enseña a sus hijos que la mayor virtud es la alegría, que el peor pecado es la amargura, que el mejor consejero es la mesura y que el amigo más noble es un buen corazón. Héroe es el que está agradecido de lo que tiene, pero que sueña con todo lo que puede llegar a obtener. Héroe es el que cree en sí mismo, el que se tiene confianza, el que sabe que puede. Héroe es el que entiende que a veces la vida es dura, pero nunca tan dura como para perder el entusiasmo y la fe. Pareciera que hay héroes a los que no hay que buscar tan lejos… ¿Y para ti… quiénes son tus héroes?