De acuerdo a los antecedentes que entrega la Dirección Meteorológica de Chile y Onemi, éste será un año lluvioso, basado en observaciones del Pacífico Ecuatorial central y modelos de análisis, en los próximos tres meses, hay pronóstico de precipitaciones y temperaturas normales a excepción de eventos particulares para las regiones de la zona norte caso de Atacama y Antofagasta, donde se podrían presentar precipitaciones por sobre lo normal.

Luego de este panorama, viene una pregunta maciza: ¿cómo está preparada la comunidad, los organismos del estado y la empresa privada en nuestra zona para estos eventos? Considerando que las obras constructivas, por ejemplo en el caso de las ciudades, no contemplan evacuación de aguas lluvias o muchas techumbres de viviendas tampoco están construidas para tales efectos, por lo tanto la amenaza (lluvia) versus la vulnerabilidad (personas), generan un riesgo de remoción en masa, aludes-aluviones-inundaciones de alto impacto en zonas costeras donde gran cantidad de personas vive en los cerros, sin contar caminos y faenas.

Hemos avanzado al contar con piscinas decantadoras aluvionales o medidas de mitigación de infraestructura ante dicha amenaza, ejecutadas por el MOP en Antofagasta, Taltal, Tocopilla y San Pedro de Atacama. La pregunta es si eso basta, cuando en realidad tenemos quebradas sin obras de mitigación y con personas viviendo bajo éstas.

Aquí hay dos trabajos en líneas paralelas. Uno, la protección civil con información disponible, alertas entregadas y conducta preventiva. El segundo, concretar un proyecto FNDR que considere el monitoreo a través de estaciones meteorológicas- pluviómetricas en línea instaladas en las 9 comunas e interconectadas a la red que hoy tienen las mineras, para tener un sistema de alerta temprana aluvional operativo, que ante una evento severo en corto tiempo permita una evacuación preventiva. Durante el 2012-2013 concretamos el primer sistema de alertamiento temprano para el embalse Conchi en Calama que permitió la ejecución de una iniciativa inédita en Chile, incluyendo sirenas sonoras.

En este trabajo se necesitan voluntades de invertir en prevención, más aún cuando la historia en el caso de comunas como Antofagasta, Taltal, Tocopilla, San Pedro de Atacama, entre otras, nos ha demostrado que existen serios riesgos aluvionales.

Mañana Chile celebra al Patrimonio. Es su día y distintas alternativas están abiertas para que puedan recorrerse en plenitud y gozar con la estética y refinación de tantos edificios y sitios públicos y privados.

Se trata de una instancia para la riqueza espiritual, considerando que gran parte del patrimonio nacional ha desaparecido por la acción de terremotos, incendios y otros desastres, pero especialmente por el primero de los fenómenos.

Nuestra geografía sufre cotidianamente los embates de la naturaleza de norte a sur y así han desaparecido iglesias, casas particulares, obras arquitectónicas e inmuebles de rico valor en su diseño.

Otro enemigo de la historia, especialmente en las ciudades, es la demanda por suelo para la construcción. Así por ejemplo, en Antofagasta y en todo el Norte Grande, hemos visto desaparecer hermosas habitaciones centenarias, de la época del auge salitrero para construir los necesarios, pero generalmente aburridos edificios similares a los encontrados en cualquier ciudad.

Ciertamente, las razones económicas son poderosas. Ante la plusvalía de las casas, la construcción en altura aparece como una alternativa para muchas familias.

Pero pierde la historia de la ciudad, que ve desaparecer para siempre, los símbolos de lo que fue alguna vez, ante la indiferente mirada de lo público.

Sin embargo, lo peor es la desidia y la tontería en estos casos y aquí, nuevamente tenemos casos emblemáticos, con el Odeón de la Plaza Colón ondeando en el palo mayor de la abulia burocrática.

Años y años siguen pasando, sin encontrar solución al problema. Peor aún, parece que el afán fuera el colapso de la estructura.

El patrimonio histórico es cultura y el símbolo presente de nuestra historia. Debemos ser dignos herederos de tantos antepasados ilustres que cimentaron las bases de lo que hoy gozamos.

¿Hasta cuándo se soportará aquello? La negligencia tiene límites y ya sería bueno que fuéramos capaces de resolver esto de una vez por todas.