Amaba a los niños, era alegre, tierna y siempre tenía una sonrisa en sus labios. Por eso cuesta imaginar que esa joven tan llena de vida, con tantos sueños, haya muerto trágicamente al ser atropellada por un conductor ebrio, que guiaba sin licencia.
Daniela Tirado Vilches se preparaba para cumplir 18 años. El 26 de mayo sería el gran día. Ella quería celebrar su cumpleaños con una fiesta de disfraces. Pero ayer, a las 6 de la tarde, su familia tuvo que despedirla en el Cementerio Parque San Cristóbal. Momentos desgarradores se vivieron cuando llegó el momento del adiós. Su madre, sus hermanos, no encontraban consuelo para tanto dolor.
La joven que estudiaba en cuarto año medio de técnico de asistente de párvulos en el Liceo Técnico A-14 fue atropellada el sábado último, cuando cruzaba por la avenida Edmundo Pérez Zujovic (en un semáforo que estaba en verde). Iba acompañada de su pololo, pero el chofer la impactó violentamente, por lo que Daniela pereció en forma instantánea.
Durante su funeral sus hermanos pidieron justicia. Su familia pidió que la muerte de Daniela no pasé a la historia como tantos otros casos. 'Ella es un ángel que nos cuidará desde el cielo', dijeron.
Ternura
Como hija menor, era la consentida. Era la menor de siete hermanos. Ellos la adoraban. Ella era el 'conchito' de la familia, que los hacía reír, la que irradiaba ternura y bondad.
Claudia Villalobos, compañera de curso la recuerda con cariño. 'Ella era tan alegre, buena amiga, siempre andaba haciendo chistes o tiraba la talla por cualquier cosa. Adoraba a los niños, quería ser parvularia, tenía muchos sueños', confidenció.
La madre de Daniela, Ana Vilches, todavía no puede asumir la cruda realidad de la muerte de su hija, a la que cuidaba tanto. Ella sólo tenía permiso hasta las 21 horas y era muy responsable en la casa.
La joven había tenido que enfrentar la muerte de su padre, hace siete años y su madre asumió ambos roles.
El recuerdo de su papá estaba siempre presente y ella cada vez que podía pedía a Dios por él, asumiendo que pese a todo el cariño que recibía de su familia, todavía le hacía mucha falta tener a su padre al lado.
Niños
'A ella le encantaban los niños y en el verano trabajó en una productora de eventos, que organizaba cumpleaños infantiles y allí se disfrazaba, pintaba caritas, jugaba con los niños como uno más de ellos', así la recuerda Neftalí, uno de sus hermanos.
Su vida era tranquila, no era de salir a discotecas, beber alcohol y tampoco fumar, todo por una opción propia.
Hasta poco antes de su muerte había participado por varios años en bailes religiosos y asistía regularmente a la Fiesta de la Tirana, ya que era muy devora de la Virgen.