Secciones

Las lecciones de una emergencia

E-mail Compartir

La noche del 1 de abril quedó grabada en la memoria de los habitantes del Norte Grande. El terremoto 8,2 grados Richter y posterior tsunami no sólo liberó parte de esa energía sísmica acumulada por más de 137 años, sino que también hizo realidad todas aquellas hipótesis que el inconsciente colectivo construyó en torno a este esperado evento.

En tan sólo minutos pudimos comprobar que el Sistema Regional de Protección Civil en Antofagasta se activaba como una máquina, donde las autoridades se constituían en un centro de mando previsto para estas ocasiones y donde el intendente, Valentín Volta, iniciaba el largo proceso de cuantificación de daños y monitoreo, que sólo concluiría con las primeras luces de la mañana siguiente.

Por su parte, las diferentes instituciones que componen el sistema, hacían su parte: carros policiales resguardando la seguridad y ordenando la evacuación del borde costero, bomberos dando el apoyo necesario a la ciudadanía y una comunidad que se comportaba a la altura de la situación.

Pese a que el sismo en la ciudad no alcanzó las dimensiones de Arica- Parinacota y Tarapacá, familias completas evacuaron por la alarma de tsunami hacia las zonas de seguridad y puntos de encuentro, en forma ordenada y con un claro conocimiento de qué hacer ante una situación de este tipo. Todo ello, por cierto, resultado de los numerosos simulacros efectuados por Onemi

¿Qué nos falta por aprender y cuál es la tarea pendiente? Si bien la ciudadanía actuó debidamente y como se esperaba que lo hicieran, nuevamente surgieron los problemas previstos en ejercicios de entrenamiento: personas evacuando en vehículos, colapsando las calles y vías de evacuación, incluso transitando en sentido contrario.

Debemos insistir que el estar preparados es tarea de todos y es ahí donde se deben centrar nuestros esfuerzos. La invasión a los supermercados no fue casualidad y respondió a rumores y falsos mensajes.

Son estos aspectos los que tenemos que seguir mejorando como sociedad, entender que el aprovisionar nuestro hogar con víveres extra debe ser parte de nuestras obligaciones, que debemos considerar instructivos para nuestros hijos, abuelos, y familia.

Todavía nos queda un largo camino largo por recorrer, pero al analizar la reacción que tuvo cada uno de nuestros compatriotas, especialmente los antofagastinos, queda claro que vamos en la dirección adecuada.

Gracias a una iniciativa público-privada que iniciamos hace cuatro años, hemos visto con satisfacción cómo los neumáticos urbanos fuera de uso (NFU), que iban a parar a basurales y vertederos ilegales se han transformado en la materia prima de una innovadora industria que ha recolectado más de un millón y medio de ellos y ha generado la eliminación de 40 vertederos clandestinos.

Hacia el 2008, se generaban en Chile cerca de tres millones de NFU, lo que equivalía a unas 42.000 toneladas de residuos de compleja manipulación, de los cuales solo se recolectaba un 5%. Hoy producto de la primera planta de trituración y granulación de caucho del país -Polambiente-, que constituye una parte importante de esta iniciativa, se abordó el problema principalmente de las regiones V, VI y Metropolitana.

Es importante mencionar que el trabajo fue arduo y que bajo compromisos voluntarios se entregaron 6000 toneladas anuales de NFU a esta planta. Esto significó un desafío inédito para el país, estableciendo un sistema de recolección transversal, sin experiencia previa y sin regulaciones específicas, que nos permitieran vislumbrar el resultado final.

Se estima que el volumen de NFU en Chile, al día de hoy, alcanza las 50.000 toneladas anuales y sólo el 23% se recicla. Al considerar los OTR (neumáticos fuera de carretera por su sigla en inglés), entre los que se incluye la industria minera, aumentamos en 32 mil toneladas las que se apilan principalmente en el norte del país sin un manejo sustentable.

Esperamos que en la actividad minera y a corto plazo exista un avance en el manejo de los NFU. Hemos percibido cierta preocupación e interés por distintas alternativas tecnológicas para el manejo de éstos, pero en una etapa muy incipiente. Nuestra tarea será incentivar la innovación para favorecer el desarrollo de los gestores y valorizadores de modo de asegurar el desarrollo sustentable y competitivo de los distintos actores del sector.

Con la próxima Ley de Responsabilidad Extendida del Productor (REP), esto se hará efectivo, permitiendo el manejo adecuado de los neumáticos en todo su ciclo de vida: fabricación, consumo y reciclado, y así disminuir radicalmente los pasivos ambientales.

Es precisamente en esta dirección, que el Consejo Nacional de Producción Limpia está convocando a: fabricantes, importadores, distribuidores, grandes usuarios (como empresas transportistas y mineras), fabricantes de asfalto, recauchadores, recicladores de neumáticos en desuso, asociaciones gremiales, universidades y servicios públicos afines para avanzar en distintas líneas de acción.

La idea en definitiva será que todos, públicos y privados, asumamos compromisos que apunten a reducir la generación de NFU a través del aumento de su vida útil, potenciar la investigación para nuevos procesos y tecnologías de valorización, desarrollar nuevos usos y aplicaciones para el gránulo de caucho y optimizar la logística de recogida, almacenamiento y transporte.

Todo lo anterior incorporando las más avanzadas tecnologías que permitan cerrar el ciclo de la materia, generando sustanciales ahorros en recursos e incalculables beneficios al medio ambiente y a las comunidades.