El resultado final
¿Cómo lo hacen esos karatecas que rompen una pila de ladrillos con la mano? Según me he documentado, más que fuerza bruta para lograr esta proeza se necesita de fuerza mental. Y entre todas las técnicas y explicaciones que por ahí andan circulando y que descifrarían este fenómeno, me quedo con la siguiente: la concentración de estos corajudos exponentes de las artes marciales estaría focalizada no en la superficie de contacto de la mano con el ladrillo, sino en ese punto invisible donde la mano va a terminar una vez que haya atravesado todos esos ladrillos. O sea, para realizar esta hazaña, los karatecas se mentalizan en el resultado final.
Ahí al parecer hay una clave: pensar en la meta como algo ya logrado; no como algo que se está en camino de lograr. Pensar "desde" el resultado, no en "todo lo que hay que recorrer para llegar a ese resultado". Con este nuevo enfoque, el propósito se mantiene intacto, sólo cambia la manera cómo nos relacionamos con él: dejamos de verlo como una meta a la que debemos llegar y comenzamos a mirarlo como algo ya consumado. Es en ese momento que nuestra intención se convierte en certeza. Y cuando hay certeza, hay fe? y la fe mueve montañas.
Concentrarnos en el resultado final nos ayuda también a no detenernos de manera obsesiva en las distintas maneras cómo pienso conseguir dicho resultado, lo que -¡ojo!- no significa que haya que quedarse de manos cruzadas esperando que los milagros caigan del cielo. Ni tanto que queme al santo, ni tan poco que no lo alumbre. Uno de mis oradores y escritores favoritos es Mike Dooley, autor de varios best sellers y conocido mundialmente por sus "Notas desde el Universo". Mike habla muy a menudo de "no detenerse en los malditos cómo", y explica que "sólo basta tener claro el resultado final y moverse en dirección hacia él, los cómo se ordenan solos".
Y les voy a poner el ejemplo de un querido amigo mío, cuyo sueño de toda la vida era irse a vivir a Nueva York. Finalmente, consiguió un trabajo fabuloso en la Gran Manzana y hace poco chateando por Facebook le pregunté cómo había logrado cumplir su sueño. Él, con mucha sabiduría y humildad me respondió: "Mira, en verdad "cómo" no tengo idea.
Pero cuando miro hacia atrás y veo la cantidad de situaciones, eventos, coincidencias, sincronías y casualidades que tuvieron que ocurrir para que hoy yo esté sentado en esta oficina del piso 37 mirando al Central Park? me doy cuenta que jamás podría haber montado yo todo ese engranaje. Sólo te puedo decir que siempre supe que quería estar en un lugar como este y ahora compruebo que éste es exactamente el lugar donde yo tenía que estar". Eso es estar enfocado en el resultado final. Igual que un karateca.