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Límites

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El verano da para mucho. Y, como ninguna otra época del año, da también para entablar conversaciones más largas, más profundas, y en cierta forma, más honestas. No resulta raro, entonces, que durante esta última semana haya entablado varias de estas enriquecedoras tertulias y curiosamente (al menos en tres oportunidades, para ser sincera), hemos terminado hablando sobre los límites que ponemos en nuestras relaciones con los demás y cómo a veces se nos confunden, se nos enredan o incluso terminan desapareciendo por completo.

Quizá inconscientemente, la noticia sobre el fallo de La Haya de alguna forma apretó ciertas teclas que me hicieron revisar el tema de los límites a un nivel más personal. Refiriéndome con esto a las fronteras mentales, emocionales y espirituales que nos definen como individuos. En el libro "Límites" escrito en 1992 por los psicólogos norteamericanos Henry Cloud y John Townsend, se señala que "los límites definen a la persona. Definen lo que soy y lo que no soy". Y agregan: "cualquier confusión que tengamos en nuestras vidas con respecto a nuestra responsabilidad y a nuestro dominio es un problema de límites".

Así de simple y así de complejo. Porque a diferencia de los asuntos limítrofes a nivel de países, si en mi ámbito más privado no tengo claro cuáles son mis fronteras, no hay tribunal internacional que valga para zanjar el problema. Y la razón fundamental de esto, es que a diferencia de los territorios geográficos, para la territorialidad psicológica, no necesito ni de acuerdos, ni de tratados con terceros, sino más bien requiero de definiciones claras conmigo mismo y preciso también de la valentía para cumplirlas. En un artículo titulado "Creando Límites", de la revista Psychology Today, Andrea Matthews, licenciada en Salud Mental y autora de dos libros, dice que "Los límites tienen que ver con saber quiénes somos y lo que es posible para nosotros hacer. No tienen nada que ver con lo que otros hacen. De hecho, los límites sanos no tienen nada que ver con los demás, en absoluto".

Completamente de acuerdo. Ejercer soberanía en nuestra vida personal es un asunto individual, privado y particular. Honrar nuestros propios límites obedece a un mandato interno que sólo nosotros podemos salvaguardar. Los hitos los ponemos nosotros, los tratados los firmamos con nuestro puño y letra y los paralelos divisorios los consultamos sólo con nuestra propia conciencia. Si alguien quiere traspasar esos límites es problema de ellos; velar por que los respeten es problema nuestro. Y está más que claro que en estos casos la Corte de La Haya no tiene pito que tocar.

Durante estos meses de vacaciones, nuestras hijas e hijos invertirán una parte importante de su tiempo participando activamente en redes sociales, jugando videojuegos, mirando videos en YouTube y comunicándose a través del chat con sus amigos y conocidos.

ara muchos padres y madres, esta intensa actividad digital de las nuevas generaciones genera preocupación y conflictos para la convivencia familiar. No cabe duda que es importante desarrollar hábitos adecuados en relación a la vida digital de las nuevas generaciones. Sin embargo, establecer acuerdos y regular las experiencias digitales de adolescentes no es fácil. Esto muchas veces se dificulta aun más cuando los adultos no empatizamos con la valorización que los jóvenes hacen de estas experiencias.

Resulta clave hacerse un tiempo para escuchar y ver atentamente lo que nuestros hijos e hijas hacen cuando están conectados e interactuando con alguna pantalla, y evitar que las conversaciones se transformen en interrogatorios. Es mejor privilegiar espacios donde el protagonismo del relato sea de quienes están viviendo y experimentando nuevas emociones en la red.

Las habilidades que los jóvenes tienen en el manejo de las tecnologías son un buen pretexto para establecer puentes de integración de su cultura digital con la vida cotidiana de la familia en las vacaciones. Ellos pueden aportar a la planificación de los días de vacaciones fuera del hogar buscando aplicaciones para calcular el gasto en bencina, el costo de los peajes, las condiciones del tiempo o preparando la selección de música para el viaje (que implique consultar al resto de la familia para conjugar todos los gustos). Se trata en este caso, de reconocer su conocimiento y estimularlos a utilizar estas habilidades, en contextos donde sean estimulados a contribuir con soluciones de valor agregado.

Los espacios de convivencia donde se espera evitar el uso de los dispositivos móviles deben ser establecidos, acordando también el sentido y valor de los momentos de intimidad y convivencia familiar. Los adultos debemos evitar romper esas reglas y concentrarnos en hacer de estos espacios, momentos gratos y enriquecedores.

Finalmente, las vacaciones son un buen tiempo para darse el tiempo de analizar en conjunto los temas de fondo que generan preocupación en el grupo familiar en torno al acceso a los recursos digitales. Si hay inquietud respecto a la violencia que pueden contener algunos videojuegos, este es un buen tiempo para conversar sobre el tema. Si hay ansiedad con relación al resguardo de la intimidad y la seguridad personal en las redes

sociales, es también un excelente momento para intercambiar opiniones sobre el asunto y establecer medidas para prevenir situaciones incómodas o de mayor complejidad.

También Mariana Aylwin y Harald Beyer, entre otros, firmaron una Carta enviada a El Mercurio de Santiago y publicada el 23 de noviembre de 2011 en la que abiertamente adhieren a la tesis opuesta que el movimiento estudiantil puso en la agenda de aquel año.

Por lo tanto, no es de extrañar que Brünner trate hoy al movimiento estudiantil de narcisista e inquisidor, a propósito de las aprehensiones que han manifestado algunos de los dirigentes del pasado y vigentes en contra de Claudia Peirano y su nominación como subsecretaria de Educación, pues ya en 2011, Brünner, el experto en educación había descalificado al movimiento estudiantil afirmando que padecían de un infantilismo revolucionario. Ciertamente que José Joaquín, intelectual orgánico, es uno de los artífices del modelo educacional y no podría sino hacer una defensa cerrada de su cofradía.

Pues bien, no sin razón la nominación de Claudia Peirano como Subsecretaria de Educación ha sido resistida por Camila Vallejo y Giorgio Jackson entre otros tantos dirigentes sociales, ya que advierten que si bien es cierto hay un programa de gobierno como ideario por el que la ciudadanía eligió a Michell Bachelet, la ejecución de la ruta eidética dependerá de quienes han sido nombrados en primera línea para su realización y, las dudas aparecen cuando, por ejemplo en la cartera de Educación, es seleccionada Claudia Peirano para dichas acciones.

Acabo de escuchar la conferencia de prensa convocada por Eyzaguirre y Peirano en donde esta última declina a la distinción con la que fue destacada por la presidenta electa. A mi juicio era insostenible haber persistido con la presencia de Peirano en el futuro gobierno, ya que sus convicciones planteadas por escrito en la Carta de la discordia profetizaba su futuro.

El nuevo gobierno se ganó por la falta de prolijidad política una primera crisis de gabinete sin haber asumido, signo inequívoco que la ciudadanía estará expectante del quehacer del nuevo gobierno y principalmente con el ojo vigilante sobre el Ministro de Educación.